El Gobierno extendió hasta fin de año la exención impositiva a los vinos espumantes, con el objetivo de impulsar las economías regionales, contribuyendo al posicionamiento y competitividad de la actividad vitivinícola.
Mediante el decreto 19/2017, publicado hoy en el Boletín Oficial, dejó sin efecto transitoriamente (como se viene haciendo desde 2005) el gravamen previsto en la Ley de Impuestos Internos, hasta el 31 de diciembre.
La medida “ha propiciado un importante desarrollo en el sector, lo cual se ha visto reflejado en el crecimiento sostenido de la cantidad de litros despachados al mercado interno y externo de vinos espumantes así como de las bodegas fraccionadoras participantes en dicho proceso”, indica en sus considerandos.
Y agrega: “Si bien en la concepción de los impuestos selectivos al consumo se debe propender a alcanzar a aquellos productos cuya gravabilidad tiende a atenuar la regresividad propia de los impuestos generales de la misma especie, su aplicación suele utilizarse también como una herramienta eficaz en la orientación y desarrollo de la economía”.
En distintas oportunidades, los actores de la industria vitivinícola han advertido sobre el impacto económico negativo y el perjuicio que desencadenaría el pago del gravamen (12%) por el sector.
Según la cadena de valor del sector vitivinícola, se pondrían en riesgo “miles de empleos, a cientos de productores y a empresas que generan valor agregado y trabajo en todo el oeste argentino”.
En ese sentido, los productores sostienen que en la actualidad la producción y elaboración de espumantes genera de manera directa más de 1.900 puestos de trabajo, los cuales se verían seriamente comprometidos por la aplicación del impuesto.
El tributo previsto en el Capítulo VII del Título II de la Ley de Impuestos Internos alcanza el expendio de champañas; pero desde 2005 se mantiene sin efecto el gravamen si las empresas vitivinícolas demuestran inversiones.
La exclusión del impuesto durante 10 años favoreció el desarrollo y la diversidad del sector, lo que se refleja en el crecimiento sostenido de la cantidad de litros de vino espumante despachados al mercado interno que pasó de 22 millones a 46 millones de litros.
También el sector registró el crecimiento de ventas de espumante de uvas blancas -del total de vino blanco que se produce anualmente en el país, el 18% tiene como destino vinos espumantes-, y la importante inversión tecnológica de las bodegas fraccionadoras que acompañaron este proceso.