El pedido se sustenta en las notorias diferencias en términos de contenido de ácido oleico, palmítico y linoleíco, además de las grasas, que convierten al producto en un tipo de aceite más untuoso, pesado y de mayor cuerpo.
La comparación de las propiedades se realiza contra el perfil de los aceites producidos en otras provincias más cálidas como Catamarca, San Juan y La Rioja, siendo el mendocino el que las posee en mayor cantidad.
“La denominación de origen nos va a permitir darle identidad a nuestro producto y, sobre todo, destacar el diferencial de calidad y elaboración que tienen los establecimientos de Mendoza. Queremos apoyar a nuestros productores de aceite de oliva”, consideró Alejandro Zlotolow, subsecretario de Agricultura y Ganadería.
La indicación de origen toma mayor importancia tras el acuerdo del Mercosur-Unión Europea, que exceptúa por 15 años de desgravación gradual a las aceitunas y al aceite en canasta.
Los factores que otorgan mayor contenido de ácido oleico al producto hecho en Mendoza se debe a tres tipos de condiciones: ambientales, genéticas y humanas.
Las temperaturas promedio de Mendoza son menores que las de las provincias más cálidas y tienen mayor amplitud térmica que las provincias costeras.
La importante presencia de la variedad Arauco en los cortes o blend de aceites mendocinos, frente a la casi exclusiva presencia de Arbequina en los aceites de otras provincias, determinan la característica genética.
En tanto, los factores humanos están dados por montes de olivos en los que predomina una plantación en baja densidad, gran tamaño de los ejemplares, con gran distancia entre plantas, cosecha manual, cultivo bajo riego y con aguas de deshielo de la cordillera.
Todas estas características hacen del aceite de Mendoza un producto único y diferente al producido en otras partes del país e incluso en otros lugares del mundo.
La indicación geográfica del aceite de oliva busca reconocer esa tipicidad de aceites (untuosos, con cuerpo, pesados) propia de esta provincia