Valor de la información y trabajo en equipo. Bajo esos dos conceptos, Nidera Semillas reunió en Victoria, Entre Ríos, a 150 productores del centro este del país. ¿El objetivo? Compartir herramientas que permitan acortar las brechas de rendimiento y sacar el máximo potencial productivo de cada lote.
Tras las lluvias de los últimos días, a pesar del “veranito” de agosto, y con la vuelta del frío, los trigos están en buenas condiciones. Sin embargo, ahora el desafío es protegerlos de las enfermedades. “El riesgo es que, en plena floración, aparezca Fusarium”, recordó Claudio Pastor, gerente de Desarrollo de Producto de Nidera Semillas, en la apertura del encuentro. “Las variedades con resistencia a enfermedades foliares nos proveen una mayor ventana de acción para la aplicación de fungicidas, pero es recomendable aplicar de todas formas”, afirmó.
Pastor aseguró que las variedades más aptas para la zona son el Baguette 550, de ciclo intermedio corto, que tiene mucho potencial y es excelente en tolerancia a enfermedades: “Siempre las variedades nuevas funcionan muy bien, porque les lleva varios a las enfermedades mutar, y este material fue lanzado en el último año”. También se siembra mucho el Baguette 450, el trigo más corto del mercado y de grupo de Calidad 1, que está muy bien balanceado desde lo sanitario, así como el Baguette 620, producto estrella de Nidera gracias a su potencial de rinde y el equilibrio en la gama de ciclos intermedios.
Al hablar de soja, el especialista no dudó en recomendarles a los productores de Victoria, Gualeguay, Paraná y de los ambientes medios de Santa Fe, que siembren durante la primera quincena de noviembre materiales de grupo 5 corto y medio, aunque en algunos lugares puntuales pueden funcionar los grupo 4 largo también. La mejor opción, según Pastor, es la NS 5028 STS, que reemplaza a la histórica NA 5009 RG. “Es superadora, demostró más rinde y tiene mejor comportamiento sanitario. Además, es tolerante a sulfonilureas”, puntualizó.
En ambientes de medio y bajo potencial de Entre Ríos y centro de Santa Fe, con suelos más bajos y pesados, la recomendación es sembrar la segunda quincena de noviembre variedades de entre 5 medio y 6 corto. Así, el cultivo escapa a la posibilidad de pasar su período crítico en el momento de mayor radiación que se da en enero, y lo atraviesa recién en febrero. El material más adecuado para estas situaciones es la NS 6538 IPRO, que tiene alto porte vegetativo, muy buena adaptación y da mucha estabilidad.
Para el sur de Santa Fe, los grupos 4 medio son los más sembrados, con fechas de siembra más tempranas, empezando alrededor del 20 de octubre. El material recomendado es NS 4309, la soja con mayor rendimiento, que figura entre el top tres de las variedades más vendidas. Se trata de la mejor opción por adaptarse a diferentes ambientes. Lo ideal es sembrar la primera quincena de noviembre, y sólo se debería hacer en la segunda mitad de octubre si la napa está alta, explicó.
Secretos de manejo
Entender cómo funcionan las plantas bajo distintas condiciones ambientales es cada vez más importante para ajustar las decisiones de manejo. Por esta razón, y para hablar de ecofisiología, estuvo presente en Victoria Lucas Borrás, profesor de la Universidad Nacional de Rosario. Al referirse al manejo de soja, el investigador destacó la relevancia de una buena implantación: “Hay que tener en cuenta que la siembra es un momento crítico del cultivo, porque va a condicionar el futuro del lote para todo el ciclo. En la siembra de maíz, por ejemplo, se presta mucha más atención a la densidad y profundidad que en el caso de la soja, considerando que deberían tener la misma importancia”
Otro de los puntos clave tiene que ver con la necesidad de cuantificar el efecto negativo de las distribuciones espaciales y temporales inadecuadas. No es tan frecuente perder rendimiento por tener mala distribución espacial, pero sí por tener una mala en lo temporal, que reduce rindes tanto en fechas tempranas como en tardías, e independientemente del grupo de madurez. “Por tener plantas que emergen mal temporalmente, se pierde entre 5 y 13% de rendimiento”, indicó.
Al analizar la determinación de rendimiento en la zona núcleo, Borrás mencionó que un total de 56 ensayos realizados en la región mostraron que en algunos sitios se lograron 1.500 kilos y en otros 7.000 kilos. Se midieron diferentes variables y concluyeron que son cuatro factores los que explican el 80% de esa variabilidad. Primero, la fecha de siembra: los que más rinden son los que se siembran primero, y a partir del 20 de octubre empieza a caer el rinde. En segundo lugar, las precipitaciones de enero a marzo -en el período reproductivo del cultivo-, ya que a mayores precipitaciones hay mejor rendimiento, pero depende del estado de la napa al momento de la siembra. El tercer factor es el tipo de suelo e interacción con la napa y, el último, el genotipo ya que los nuevos en soja rinden hasta 400 kilos más por hectárea comparado con los genotipos más antiguos.
Por último, el especialista miembro del Conicet hizo hincapié en el manejo y la calidad de los granos cosechados. Argentina es hoy uno de los tres mayores exportadores mundiales de soja, y líder en exportación de harina de soja a nivel global. Pero este producto tiene para la comercialización internacional una base de 46,5% de proteína. Para lograr eso se necesitan granos de alta proteína pero también de buen aceite, explica. Si bien Argentina bajó sus niveles de proteína pero subió los niveles de aceite, ésta última no creció tanto como descendió la proteína. “La industria del crushing se empieza a quejar de la soja que recibe, y se llegó a pagar hasta 40 dólares menos la tonelada como consecuencia de la pérdida de proteína”, dijo.
Borrás insistió en prestar atención a qué determina el porcentaje de proteína. Según un estudio realizado por su equipo, la respuesta está en el genotipo que se siembra, le siguen las fechas de siembra, y las lluvias.
Roberto Peralta, asesor privado y socio de Halcón Monitoreos, también aportó lo suyo en el encuentro realizado en Victoria. “En Argentina vemos que el foco está puesto en la eficiencia de intercepción o captura, y no en la eficiencia de conversión”, explicó, y destacó que es importante tener en cuenta que, aunque haya defoliación en soja, si sigue interceptando la luz, no afecta en nada el rendimiento, por lo que no es necesario hacer más aplicaciones: “El cultivo de soja tolera defoliación, no hay que exagerar”, dijo.
“Hay que poner el foco en los cultivos de cobertura, porque estamos cambiando la flora y eso también va a provocar un cambio en la fauna. Viendo ese aspecto, se puede planificar con anticipación y controlarlo”, señaló Peralta, quien también orientó una parte de su charla para hablar del cuidado de las biotecnologías del cultivo de maíz que proveen resistencia a plagas. “Para prolongar la vida útil de estas tecnologías es clave la utilización de Buenas Prácticas Agrícolas, siendo muy común la práctica de Refugio estructurado dentro del lote.” Y puntualizó, “Cuando la oruga cogollera supera el umbral en Refugio, para evitar resistencia la óptimo es no controlar nunca el Refugio.” De esta manera, aseguramos la eficiencia en el tiempo de estas biotecnologías.
Al cierre del encuentro, en una improvisada cancha de fútbol, y con los ojos vendados, dos equipos integrados por productores pudieron experimentar la importancia del trabajo en equipo y el fortalecimiento de la confianza en otros. La iniciativa fue parte de la presentación de Martín Demonte, el entrenador de Los Murciélagos, la selección argentina de fútbol de salón para personas ciegos. “Hay que armar equipos y proponer que cada miembro reconozca y comunique la visión del grupo”, dijo el DT. La visión de Los Murciélagos es, desde el principio, hace casi 20 años, ser referentes y llevar la bandera nacional al nivel más alto. La de Nidera, ser el mejor semillero de Latinoamérica.