Internacional

El Papa visita la Fao: El hambre no es una enfermedad incurable

Francisco ha afrontado la cuestión con gestos y con palabras. Con gestos, porque ha regalado esta escultura del cadáver del pequeño Aylan Kurdi, el niño refugiado que murió ahogado en la travesía desde Turquía a Europa. El director general de la Fao saludó al Papa en nombre de...

Francisco ha afrontado la cuestión con gestos y con palabras.

Con gestos, porque ha regalado esta escultura del cadáver del pequeño Aylan Kurdi, el niño refugiado que murió ahogado en la travesía desde Turquía a Europa.

El director general de la Fao saludó al Papa en nombre de todos y ha recordado que el drama de la emigración tiene cifras escalofriantes. Casi 300 millones de personas. La mayoría proceden de zonas afectadas por guerras, cambio climático y falta de oportunidades de trabajo. Para ellos, la única esperanza de una vida mejor es emigrar.

También en su discurso, el Papa ha recordado que la principal causa de la emigración es el hambre provocada por guerras o el cambio climático. Por eso, pide que se afronten estas dos cuestiones.

FRANCISCO
“Está claro que las guerras y los cambios climáticos ocasionan el hambre, evitemos pues el presentarla como una enfermedad incurable”.

Francisco ha criticado a quienes limitan la lucha contra el hambre a la reducción de la población, y ha pedido un cambio de mentalidad.

FRANCISCO
“Para algunos, bastaría con disminuir el número de las bocas que alimentar y de esta manera se resolvería el problema. Reducir es fácil, compartir, en cambio, implica una conversión, y esto es exigente”.

La fórmula del Papa para acabar con el hambre es la responsabilidad de cada persona. Desde evitar el desperdicio, hasta incluir el amor al prójimo como nueva categoría en las relaciones internacionales.

FRANCISCO
“Amar significa contribuir a que cada país aumente la producción y llegue a una autosuficiencia alimentaria. Amar se traduce en pensar en nuevos modelos de desarrollo y de consumo, y en adoptar políticas que no empeoren la situación de las poblaciones menos avanzadas o su dependencia externa. Amar significa no seguir dividiendo a la familia humana entre los que gozan de lo superfluo y los que carecen de lo necesario”.

El Papa elogió la actividad diplomática. Dijo que igual que la buena voluntad de todos ha sido útil para detener el recurso a armas de destrucción masiva, si todos ponen algo de su parte, es posible acabar con el hambre que provoca la pobreza y la exclusión. Y es que, como ha recordado, el hambre es capaz de superar cualquier “barrera física, económica, legislativa o ideológica”.

Francisco pide que se ponga nombre y apellidos a la tragedia. En 2016 ha vuelto a aumentar el hambre en el mundo. Hay un total de 815 millones de hombres, mujeres y niños que pasan hambre, 11 de cada 100 habitantes del planeta.

Francisco ha afrontado la cuestión con gestos y con palabras.

Con gestos, porque ha regalado esta escultura del cadáver del pequeño Aylan Kurdi, el niño refugiado que murió ahogado en la travesía desde Turquía a Europa.

El director general de la Fao saludó al Papa en nombre de todos y ha recordado que el drama de la emigración tiene cifras escalofriantes. Casi 300 millones de personas. La mayoría proceden de zonas afectadas por guerras, cambio climático y falta de oportunidades de trabajo. Para ellos, la única esperanza de una vida mejor es emigrar.

También en su discurso, el Papa ha recordado que la principal causa de la emigración es el hambre provocada por guerras o el cambio climático. Por eso, pide que se afronten estas dos cuestiones.

FRANCISCO
“Está claro que las guerras y los cambios climáticos ocasionan el hambre, evitemos pues el presentarla como una enfermedad incurable”.

Francisco ha criticado a quienes limitan la lucha contra el hambre a la reducción de la población, y ha pedido un cambio de mentalidad.

FRANCISCO
“Para algunos, bastaría con disminuir el número de las bocas que alimentar y de esta manera se resolvería el problema. Reducir es fácil, compartir, en cambio, implica una conversión, y esto es exigente”.

La fórmula del Papa para acabar con el hambre es la responsabilidad de cada persona. Desde evitar el desperdicio, hasta incluir el amor al prójimo como nueva categoría en las relaciones internacionales.

FRANCISCO
“Amar significa contribuir a que cada país aumente la producción y llegue a una autosuficiencia alimentaria. Amar se traduce en pensar en nuevos modelos de desarrollo y de consumo, y en adoptar políticas que no empeoren la situación de las poblaciones menos avanzadas o su dependencia externa. Amar significa no seguir dividiendo a la familia humana entre los que gozan de lo superfluo y los que carecen de lo necesario”.

El Papa elogió la actividad diplomática. Dijo que igual que la buena voluntad de todos ha sido útil para detener el recurso a armas de destrucción masiva, si todos ponen algo de su parte, es posible acabar con el hambre que provoca la pobreza y la exclusión. Y es que, como ha recordado, el hambre es capaz de superar cualquier “barrera física, económica, legislativa o ideológica”.

Francisco pide que se ponga nombre y apellidos a la tragedia. En 2016 ha vuelto a aumentar el hambre en el mundo. Hay un total de 815 millones de hombres, mujeres y niños que pasan hambre, 11 de cada 100 habitantes del planeta.