Decepcionados de experiencias negativas, un grupo de agricultores santiagueños decidió comercializar directamente con los consumidores una variedad de productos frutihortícolas, cultivados y cosechados en Colonia Simbolar, población rural ubicada a 45 kilómetros al sureste de la capital santiagueña.
"Asumimos el trabajo y los riesgos que implican sembrar, cosechar y comercializar nuestros productos frutihortícolas directamente con los consumidores, aunque con las dificultades que implican pagar flete y transporte", dijo Paola Escobar, coordinadora de un pequeño grupo de agricultores.
Sobre los mecanismos utilizados para la venta de frutas y hortalizas, indicó que durante la semana "se levantan los pedidos a través de redes sociales y con un listado cosechamos en el día y trasladamos la producción para lo que nosotros hemos denominamos punto de distribución", en alusión al centro "El Observatorio", ubicado en el barrio Belgrano de la capital provincial.
"Esta iniciativa surgió hace más de una década, cuando la situación que atravesaba la agricultura resultaba muy grave, había avanzado el monocultivo del algodón pero las grandes extensiones las sembraban cuatro o cinco familias que colocaban el precio porque también tenían las cosechadoras mecánicas", añadió.
La dirigente explicó que hace una década "comenzamos un camino de lucha, para superar desigualdades estructurales,en las que unos pocos tenían todo el modelo de producción y comercialización favorable a sus expectativas de ganancias y muchas veces nos convertimos en mano de obra en esos campos".
"Nos cansamos de golpear las puertas de ministerios y secretarias, pero se complicaba porque los programas eran pensados para cultivos y escalas que no mejoraban nuestra situación y tardamos 10 años para encontrarle la vuelta para recuperar nuestros saberes y prácticas para la producción hortícola", precisó.
En diálogo con Télam, Escobar recordó que al momento de la cosechar "aparecían los intermediarios de siempre, los que tienen toda la comercialización asegurada pagando lo menos posible y ganando un 300 por ciento".
"De esta manera se acercaron con sus camiones y llevaron la cosecha a escala y nos pagaron con cheques sin fondo y no hemos podido encontrarlos hasta hoy, tras un trabajo de hormiga, generaron la confianza, no teníamos otra alternativa para comercializar y así surgió este horizonte alternativo, desde nuestros lotes a la mesa de los consumidores", concluyó.