En la localidad de Comandante Andresito, al norte de Misiones, se plantean innovadoras iniciativas que buscan cambiar la producción de yerba mate. En este marco, productores yerbateros, con eje la sostenibilidad y la salud, apuestan a la yerba mate orgánica. El grupo cuenta con el apoyo del INTA.
En este sentido, cinco yerbateros de Andresito ya obtuvieron la certificación de producción orgánica, de un grupo de ocho productores de la zona. La transición hacia la producción orgánica no es un proceso simple ni rápido. Requiere un compromiso profundo con prácticas agrícolas sostenibles y cambiar los métodos convencionales que dependen de productos químicos.
Rodrigo Kramer, técnico del INTA que asesora los productores, señaló que se trabaja con una empresa certificadora que se encarga de otorgar el certificado de orgánico. “Es la única forma de recibir una certificación orgánica. Lo que hacemos es acompañar a los productores a través de un plan de trabajo para llegar a la producción orgánica”, explicó.
El proceso de certificación de la yerba mate orgánica
Además, el proceso de certificación orgánica dura tres años. Durante ese período, los productores deben adoptar y mantener prácticas que excluyan el uso de productos químicos. “El proceso de transición son tres años desde el inicio de los contratos de trabajo con la certificadora. Acá ya logramos cuatro años sin el uso de ningún tipo de producto químico”, aseguró el técnico del INTA.
La producción orgánica va más allá de la simple eliminación de químicos en el cultivo. Se trata de un enfoque holístico que incluye la gestión integral del entorno del yerbal. Kramer destacó la importancia de considerar todos los aspectos ambientales. “Producir yerba orgánica implica el manejo de todo el ambiente. Se trabaja en el cuidado de la biodiversidad, del agua y las vertientes, como también en el manejo de caminos”, detalló.
Por su parte, Bernardo Shegg, uno de los productores locales involucrados en este proyecto, compartió su motivaciones para adoptar la producción orgánica. “Mi padre fue uno de los pioneros en cultivos orgánicos, con Alberto Roth. Ya lo hacíamos cuando yo era muy pequeño. Ahora tengo la oportunidad de llevar adelante lo que él había empezado”, relató.
En la chacra de Shegg, la cobertura verde con maní forrajero forma parte de las prácticas sostenibles adoptadas. “Evitamos el uso continuo de maquinarias y de cultivos tradicionales, optamos por algo más cercano a lo que la naturaleza tendría para la yerba”, explicó. Esta estrategia busca minimizar la compactación del suelo y fomentar una mayor biodiversidad. Así se alinean con los principios de la agricultura orgánica.
Aunque la producción orgánica puede implicar costos y esfuerzos adicionales, Shegg y otros productores ven más allá del aspecto económico. “Se supone que los precios serán mejores. La cuestión económica no es lo que importa. Yo soy un idealista, mi padre era un idealista. Gracias a Dios, eso nos llevan a hacer ciertas cosas. El ideal y el técnico se encontraron acá, eso fue un buen punto de partida”, expresó el productor.