Las diversas variantes del trigo, no solo llevan ingenio, tecnología y tiempo para su desarrollo, sino que una vez creado el producto, debe tener cierta legislación para aprobar su comercialización.
Los tiempos burocráticos suelen ser largos y tediosos, como es el caso de la Unión Europea con el trigo genéticamente editado bajo en gluten, el cual contó con un alto financiamiento en materia científica, pero las leyes de la comunidad política Europea no lo respaldaron en su último estadío.
Por lo que la Unión Europea tiene una legislación muy dura con la biotecnología en general pero sobre todo con los organismos genéticamente editados.
Éste en particular fue desarrollado para que sea bajo en gluten y así, todas las personas que sean celíacas o decidan consumir alimentos sin gluten, tengan la opción de elegir productos de este tipo. El 85% reducido también se presenta como un cambio en la alimentación saludable.
Asimismo, el desarrollo del pan libre de gluten se debe a una técnica de laboratorio que está revolucionando la biología molecular, Crispr o edición génica, denominada coloquialmente como tijeras genéticas. Se trata de la posibilidad de cortar genes y sustituirlos por otro, o inhibir los que se deseen.
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La intolerancia al gluten afecta aproximadamente al 7% de la población mundial. La enfermedad celíaca es la patología más común y tiene como responsable a una parte del gluten de trigo, cebada y centeno.
Por su parte, desarrollar este trigo llevó alrededor de 13 años, no tanto por el desarrollo mismo, sino por la aprobación del producto con las pesadas legislaciones y regulaciones.
Científicos de un laboratorio estatal de España recibieron el financiamiento, trabajaron años en su producción y después se quedaron con el desarrollo en la mano porque no pudieron lanzarlo comercialmente.
En este caso puntual, ya que no lo pudieron cultivar en la Unión Europea, lo que hicieron fue vender la patente a otros países por fuera de la región, y con ese dinero pudieron financiarse y recuperar los costos del desarrollo.
Aún así, el producto termina consumiéndose ya que el país al que le venden el trigo, desarrolla el producto -la harina por ejemplo- y España lo compra a un precio mucho más elevado por dejarse llevar por el lobby de los movimientos ambientalistas.
En comparación con la producción del trigo hb4 en Argentina, los lobbies mal llamados ambientalistas son pocos y tienen fundamentos débiles. Por lo cual sería muy difícil que volteen el proyecto. Tampoco podríamos vender el desarrollo y comprar el producto, ya que el país no cuenta con el poder económico para comprarlo.