En la Argentina, alrededor de un 40 % del territorio –unas 120 millones de hectáreas– está afectado por procesos de erosión hídrica y eólica. Esa cifra se ha duplicado al cabo de un período de 50 años, con un incremento anual promedio ligeramente superior al millón de hectáreas. Cada 7 de julio se celebra el Día Nacional de la conservación del suelo y resulta la oportunidad para reflexionar sobre la importancia de este recurso natural.
Particularmente en el INTA Paraná, Entre Ríos, analizaron, durante cinco años, alternativas de manejo con enmiendas orgánicas e inorgánicas que permitan revertir el daño en la estructura de los suelos del tipo Argiudol ácuico (Serie Tezanos Pinto), que se encuentran bajo producción agrícola.
En esta línea, Emmanuel Gabioud –especialista en Ciencias del Suelo del INTA Paraná, Entre Ríos–, aseguró que mediante la aplicación de la conocida “cama de pollo” –compuesta por restos de cáscara de arroz, aserrín o virutas de pino o eucaliptus, restos de alimento, plumas y deyecciones de aves– y de sulfato de calcio, principal componente del yeso, es posible, a corto plazo, remediar la estructura del suelo afectado por el uso agrícola continuo bajo siembra directa.
“La aplicación de esta enmienda evidenció, luego de 20 meses de su aplicación, notables mejoras con un efecto positivo en la superficie dado por el incremento en el carbono orgánico del suelo en los primeros 5 centímetros de profundidad”. Además, se observó un aumento de la proporción de la estructura Gamma, que es la resultante de la aglomeración de pequeñas partículas por el efecto del clima, la actividad biológica y la materia orgánica.
“Esta estructura presenta un aspecto migajoso y se reconoce por una alta porosidad visible y superficie rugosa, generada por el fomento de la actividad biológica del suelo”, indicó Gabioud.
Además, –agregó– éste aumento fue en detrimento de la estructura laminar superficial. A su vez, la aplicación de yeso aumentó la estabilidad de agregados de cada estado estructural y se destacó su efecto en la disminución de la pendiente de la curva de escurrimiento.
“Estos cambios se produjeron debido al fomento de la actividad biológica del suelo y, en consecuencia, se registraron mejoras en la porosidad y en el ingreso de agua al suelo”, confirmó el investigador para quien “la aplicación conjunta de ambas enmiendas tuvo un efecto complementario”
Para contrarrestar la degradación de los suelos
Entre Ríos se destaca por ser pionera en la temática de conservación de suelos, asociada fundamentalmente a los procesos de erosión hídrica. Sin embargo, en la última década, numerosos investigadores dieron cuenta del deterioro de la estructura de suelos bajo siembra directa destinados a la producción agrícola en la región.
Esta situación generó, de modo paulatino, una estructura laminar o platiforme (P) en los suelos del tipo Argiudol ácuico que restringe significativamente el ingreso del agua.
Se ha identificado que la formación de una estructura de tipo laminar en los primeros centímetros superficiales, fundamentalmente en suelos limosos, se presenta en situaciones con rotaciones de baja intensidad de cultivos y con tendencia a monocultivo de soja.
Para contrarrestar esta condición desfavorable para los suelos, desde el INTA Paraná estudian la regeneración de la estructura de suelos limosos bajo siembra directa aprovechando la disponibilidad de enmiendas orgánicas e inorgánicas de generación regional, como la cama de pollo y el yeso.