Por Darío Guardado (Periodista de Agrotips)

Ruta del Olivo: destacan la producción de aceitunas y aceite, dos infaltables en la mesa

Tan árida como rica es la tierra de La Rioja, una provincia asociada muchas veces con la pobreza estructural que inexplicablemente padece Argentina, pero que cuenta con una incalculable riqueza natural, productiva, social y cultural.

Tan árida como rica es la tierra de La Rioja, una provincia asociada muchas veces con la pobreza estructural que inexplicablemente padece Argentina, pero que cuenta con una incalculable riqueza natural, productiva, social y cultural. Para demostrar estas virtudes las autoridades han lanzado recientemente la “Ruta del Olivo Riojano”, una iniciativa del Gobierno provincial –cuya pata financiera es el Consejo Federal de Inversiones– que busca potenciar el conjunto de la producción olivícola local, el turismo, la gastronomía tradicional de la zona, formando un gran conglomerado que genere recursos para esta región, olvidada históricamente por los gobierno centrales y relegada en materia de infraestructura vial, aeroportuaria y hotelera.

La presentación de la “Ruta del Olivo” se realizó la semana pasada en Aimogasta, ciudad cabecera del Departamento de Arauco, conocida como la “Cuna de la olivicultura” de nuestro país. El Gobernador de La Rioja, Sergio Casas, fue el anfitrión de la innovadora propuesta llevada adelante en la planta de procesamiento de aceitunas y aceite de oliva de la firma público-privada Agro Arauco. Participaron además el Ministro de Planeamiento e Industria, Rubén Galleguillo, la Intendenta local, Florencia López, empresarios del sector, legisladores nacionales y medios de prensa.

La Rioja tiene bien en claro cuáles son sus ventajas y cómo explotarlas. El Gobernador Casas fue contundente al explicar esa cuestión: “esta Ruta del Olivo es una estrategia diferenciada para posicionar a la aceituna y al aceite de oliva riojano, y poner en valor las cuestiones culturales y productivas de la provincia. Es un itinerario estratégico para que los visitantes puedan interactuar en un compendio integrado con el sector turístico y otras actividades como la vid y la nuez, y mejorar todo el aspecto productivo de la provincia”.

El Cluster Olivícola de La Rioja, que integran el Gobierno provincial, funcionarios locales, productores, empresarios, industriales y académicos, busca mejorar la competitividad de la cadena en todos sus eslabones y fortalecer a todos los actores que la integran. En este ámbito de trabajo fue donde comenzó a tomar forma la “Ruta del Olivo”, intentando emular la buena experiencia lograda el año pasado con la “Ruta del Torrontés Riojano”.

En este contexto, el Ministro de Planeamiento e Industria provincial, Rubén Galleguillo, expresó que a través del Cluster se pudo trabajar en aspectos sanitarios, de calidad y rentabilidad. “También pudimos avanzar en la identificación geográfica y la denominación de origen, que es muy importante en los mercados internacionales. Además, en este espacio venimos trabajando con la certificación orgánica, que nos permitirá incorporar más valor agregado y mayor competitividad”, aseguró el influyente funcionario.

La producción olivícola riojana se concentra principalmente en los La Rioja Capital (40 por ciento), en Arauco (35 por ciento) y en el Valle de Antinaco Los Colorados (23 por ciento).

Con la nueva iniciativa desde la provincia buscan revalorizar el denominado “oro verde”, la aceituna Arauco, única variedad autóctona de las cultivadas en suelo argentino, que es muy buscada en los mercados internacionales.

Cabe destacar que La Rioja es el máximo exponente de la olivicultura nacional, con 27 mil hectáreas implantadas con olivos, un tercio de la superficie total de Argentina. Además, posee tecnología de punta en los procesos productivos e industriales. Produce alrededor de 180 mil toneladas de aceitunas (casi la mitad de todo el país), de las cuales 60 por ciento se destina a preparar aceitunas de mesa y el 40 por ciento restante a la extracción de aceite de oliva, principalmente extra virgen.

Del total nacional la provincia norteña exporta el 54 por ciento de las aceitunas de mesa y el 31 por ciento del aceite de oliva a más de 16 mercados globales. Brasil se lleva casi el 90 por ciento de nuestras ventas externas de aceitunas de mesa y Estados Unidos acapara el 41 por ciento de las colocaciones de aceite de oliva, seguido por España con el 37 por ciento.

Entre tanta aridez es increíble que los productores olivícolas hayan hecho posible este presente, riego por goteo mediante, y lograr florecer el desierto riojano para elaborar las aceitunas de mesa y el aceite de oliva con mayor demanda doméstica e internacional.

La Rioja es pionera en el desarrollo olivícola del país. La tradición y la cultura de esta actividad se remontan a más de 400 años. Evidencia de ello es el olivo cuatricentenario ubicado en el Departamento de Arauco, que data de la época de la colonia española en la región. Esta tradición fue pasando de generación en generación y está muy enraizada en la gente de la zona. Por eso, cada 24 de mayo desde 1942 se conmemora en la ciudad de Aimogasta la Fiesta Nacional del Olivo, una gran celebración popular de la que participa toda la sociedad.

La Rioja, líder en la elaboración de aceite de oliva

Existen diversas empresas y cooperativas que transforman las aceitunas en aceite de oliva en esta región del territorio nacional. En la localidad de Tilimuqui, en el noroeste provincial se encuentra la planta elaboración de aceite la Ciudadela, de la Cooperativa La Riojana. Jorge Olguín es ingeniero agrónomo y encargado de la planta, y explicó cómo es el proceso desde que llega la aceituna hasta que se obtiene un aceite extra virgen de máxima calidad.

“Una vez que la aceituna llega a la planta tras la cosecha, inmediatamente se procesa para producir aceite de oliva. La planta se divide en 3 partes: sucia, de extracción y de conservación. Primero ingresa la fruta (aceituna), se limpia, se extraen las hojas y se lava. Luego de ser molida, se transforma en una pasta que, tras amasarse mecánicamente, se deposita en una centrífuga que trabaja a altas revoluciones (3.000 RPM) y por la diferencia de peso se separa el aceite de la parte sólida. Por último, se vuelve a centrifugar y se deposita en tanques con base cónica donde se eliminan los sedimentos que hayan quedado. Así, finalmente tenemos el aceite de oliva extra virgen para envasar y ser consumido, explicó con minuciosos detalles el Ingeniero Jorge Olguín