Según Ramiro Costa, economista Jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), las pérdidas del agro tras la sequía han alcanzado una cifra de US$ 33.000 millones. La caída sería del 58% en el producto bruto de los principales cultivos como consecuencia de las condiciones climáticas.
El maíz y la soja, dos pilares fundamentales en la producción agrícola argentina, han sido duramente afectados. El maíz registró pérdidas de US$ 15.054 millones, una disminución del 60% en comparación con el año anterior. Por su parte, la soja sufrió una pérdida relativa de US$ 15.022 millones, representando una caída del 66%. Incluso el trigo, con un ajuste de US$ 1.822 millones, experimentó una disminución del 35%.
El complejo agroindustrial también ha sentido el impacto en sus exportaciones, con un recorte de U$S 20.355 millones durante el ciclo pasado. La cadena de valor sojera sufrió una reducción significativa de U$S 11.850 millones, un 47% menos. Las retenciones también han disminuido, afectando la recaudación originada por los derechos de exportación.
En medio de las sombrías noticias sobre las pérdidas ocasionadas por la sequía en la campaña agrícola 2022/23, el trigo y la cebada emergen como destellos de esperanza en la campaña fina 2023/24. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires, anticipando un mejor desempeño en ambos cultivos, proyecta una cosecha combinada de 23 millones de toneladas, lo que reflejaría un impresionante aumento del 42% en comparación con el año anterior.
Este aumento en la producción de trigo y cebada podría traducirse en un valor bruto de producción de US$ 14.716 millones, representando un incremento del 10% en relación al ciclo previo. Además, se estima que el valor agregado experimente un crecimiento interanual del 33%, alcanzando US$ 5.427 millones.
Las perspectivas para el comercio exterior también son alentadoras. Se espera que tanto el trigo como la cebada generen divisas por US$ 4.545 millones, impulsando así la economía agrícola del país. Además, se proyecta un ingreso por derechos de exportación equivalente en pesos a US$ 1.593 millones, lo que representa un aumento del 49% y 27%, respectivamente, en comparación con la campaña anterior.
Estas proyecciones positivas ofrecen un rayo de esperanza en un contexto marcado por las dificultades climáticas. El sector agrícola, siempre resiliente, mira hacia adelante con determinación, demostrando una vez más su capacidad para adaptarse y buscar oportunidades de crecimiento en medio de los desafíos.