Agricultura

Spiroplasma en Argentina: ¿crónica de una muerte anunciada?

Relevamientos de Aapresid, y otros investigadores, muestran la evolución y cómo está impactando el cambio climático en la plaga que hoy pone en vilo al maíz en Argentina.

En esta campaña Spiroplasma está siendo la principal amenaza fitosanitaria para la producción de maíz en el país, mientras que su vector, la chicharrita, trepó a la fama como plaga clave del cultivo. Dalbulus maidis es uno de los engranajes fundamentales de un complejo patosistema que, entre otros virus y bacterias, incluye a Spiroplasma kunkelli, causante del achaparramiento del maíz.

Pasado y presente de Spiroplasma: avance de norte a sur

Esta enfermedad fue vista por primera vez en Argentina en los ‘90 en el NOA y luego fue extendiéndose al NEA hasta llegar al centro del país. En ese entonces era considerada una enfermedad secundaria, hasta que en las campañas 06/07 y luego en 18/19 y 19/20 ganó relevancia especialmente en el centro del Chaco, causando pérdidas significativas en maíz.

Ante esta problemática, la Red de Manejo de Plagas (REM) de Aapresid, en su misión de promover acciones para abordar el asunto, comenzó a relevar a la enfermedad y su vector en más de 29 millones de hectáreas en todo el país.

Los mapas de la REM de la campaña 21/22 mostraban a la plaga restringida principalmente a maíces tardíos en el NEA y NOA (Chaco, Sgo del Estero, Tucumán y Salta) y algunos departamentos del norte santafesino. El relevamiento también mostró que fueron necesarios tratamientos en el 32% de los lotes en el NEA y el 11% en el NOA, incluso superando el 50% en departamentos puntuales de Chaco y Salta.

Porcentaje de lotes tratados contra chicharrita en maíz tardío en la campaña 21/22. Fuente: REM-Aapresid.

Llegó la gruesa 22/23, y los resultados de las encuestas encendieron las alarmas: Dalbulus maidis y Spiroplasma aparecieron como las plagas de mayor importancia en maíz tardío según los productores Aapresid del NEA (36% y 23%, respectivamente). Fue tal la presión de esta dupla, que superó a otras plagas relevantes del cultivo, como Spodoptera, Helicoverpa o Dichelops, y enfermedades frecuentes como las podredumbres de tallo y raíz y tizón.

En la actual campaña, los reportes preliminares evidencian un preocupante avance de su distribución hacia toda el área productiva argentina.

Futuro de Spiroplasma: Córdoba y Santa Fe en el ojo de la tormenta

Un estudio de 2019 ya advertía la gran adaptación de la chicharrita en prácticamente todo Brasil y norte de Argentina. La misma publicación también preveía un desplazamiento hacia el norte de Córdoba y Santa Fe para el año 2050, bajo un escenario de calentamiento global.

Los investigadores hacían referencia a que el escenario futuro de mayores temperaturas podría aumentar la incidencia de la enfermedad en estas zonas. Lo que nadie esperaba es que este impacto directo del cambio climático en la distribución y gravedad de las plagas iba a llegar antes de lo que se presumía.

En la búsqueda de soluciones

Para enfrentar este desafío, la REM trabaja en conjunto con distintos actores y redes temáticas de maíz -Red de Maíz NEA, Red de Maíz Tardío de Aapresid y la Red de Maíz del Sur-. De esta manera buscan seguir de cerca la evolución tanto del vector como de la enfermedad en diferentes sitios estratégicos.

Mas allá de prácticas individuales como evitar la presencia de planta guachas de maíz en los lotes, según la Red es crucial colaborar regionalmente para coordinar decisiones conjuntas. Por ejemplo, concentrar las siembras por región (evitando el escalonamiento), eliminar los maíces guachos de los lotes, recabar datos del minuto a minuto en cada lote y realizar relevamientos y controles a nivel regional.

Frente a un futuro con muchas incertidumbres, enfatizan la importancia de la colaboración entre productores, empresas, la ciencia y el Estado, así como la necesidad de mejorar la oferta genética de maíz. “La difusión de información, el trabajo en red y la adopción de medidas proactivas son la clave para encontrar soluciones efectivas y sustentables”, sostienen desde la REM.