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Syngenta trabaja junto con los productores para promover la biodiversidad

Luego de la primera experiencia realizada en Argentina en la Estación Experimental de Syngenta de Santa Isabel en el año 2015, la estrategia de generar “Paisajes Multifuncionales” comienza a multiplicarse. Así es que los productores comienzan a mostrar la adopción que realizan en sus propios campos. Los paisajes...

Luego de la primera experiencia realizada en Argentina en la Estación Experimental de Syngenta de Santa Isabel en el año 2015, la estrategia de generar “Paisajes Multifuncionales” comienza a multiplicarse. Así es que los productores comienzan a mostrar la adopción que realizan en sus propios campos.

Los paisajes agrícolas a menudo carecen de la diversidad y abundancia de las flores que necesitan los polinizadores. De ahí la importancia de preservar y promover un espacio donde la biodiversidad florezca destinando zonas o franjas en los bordes de los lotes, alambrados, caminos rurales y otras áreas no cultivadas, para el desarrollo de plantas nativas que favorezcan la presencia de polinizadores.

Un Paisaje Multifuncional tiene un valor escénico, estético, ecológico y de recreación -entre otras funciones-, aportan valor y servicios a la comunidad, y además impacta positivamente en los cultivos de producción.  El objetivo de esta estrategia de Syngenta es reducir el impacto de la agricultura intensiva sobre los polinizadores y aumentar la biodiversidad de especies vegetales y animales en las zonas productivas.

Biodiversidad en el  campo

En la localidad de Lezama y en pleno campo de trigo, el Dr. Santiago Poggio, docente de FAUBA e investigador del CONICET explicó: “hablamos de Paisajes Multifuncionales por todo el número de funciones que las áreas agrícolas y ganaderas le proveen a la sociedad. Hay funciones ecológicas que dependen directamente del funcionamiento de las especies asociadas a lo que llamamos servicios de los ecosistemas o servicios ecológicos, como el ciclado de nutrientes o el ciclo del agua y el carbono, los controles de plagas y enfermedades por insectos depredadores, y por supuesto: la polinización.

Y agregó: “El beneficio del trabajo que hacen los polinizadores lo recibimos en la vida cotidiana. Lo principal es tomar consciencia que desde que nos levantamos hasta que nos acostamos utilizamos los productos de la polinización, desde el algodón que usamos en la ropa y en las sábanas, el café, la mermelada, las frutas, la producción de semillas y verduras o el aceite. Es la sociedad la beneficiaria de las funciones ecológicas de la biodiversidad”.

El proyecto en Argentina

El objetivo en el país es trazar un protocolo de fácil implementación que no genere dificultades al momento de adaptarse, ni complicaciones en las prácticas tradicionales de cultivos, y difundir las ventajas y simplicidad de sumar este enfoque. De este modo, entre más productores tomen consciencia sobre qué áreas son un reservorio para los polinizadores más pronto se podrá alcanzar una escala que tenga un impacto significativo a nivel territorial, que redundará en mayor presencia de insectos benéficos. Además, esta práctica también podría retrasar la aparición de resistencia en plagas y malezas, favoreciendo la presencia de biotipos susceptibles.

 “Esta experiencia comenzó en la campaña 2014/15 en la Estación Experimental de Santa Isabel, con resultados significativos, ya que la flora se restauró y empezó a haber presencia de mayor cantidad de dicotiledóneas con flores. El principal logro de estas investigaciones es haber demostrado que la mayor parte de la biodiversidad que queremos conservar está en los márgenes de los cultivos, asociada a los alambrados y a los bordes de los caminos”, explica Poggio

En esta línea, el investigador detalla: “La propuesta es manejar elementos del paisaje donde ya sabemos que se encuentra la diversidad de plantas, que sostiene el resto de los niveles de diversidad de insectos y animales”.

El proyecto continúa sumando desafíos a medida que los productores van adhiriendo al mismo. Así es que Poggio adelanta cuales serán los próximos pasos del mismo.

“Nuestro próximo paso es trabajar en conjunto con los productores como aquí en Lezama, lo que implica elaborar un protocolo y elegir los lugares a preservar: en general en áreas peri domésticas o asociados a bordes de alambrados, vías férreas y caminos”. Las franjas deben tener al menos cinco metros de ancho por treinta a cincuenta metros de largo Aunque esto puede ser insuficiente en casos de lotes de gran superficie, por lo que se deberá determinar en futuros ensayos el tamaño adecuado de cada parcela”

Y agrega: “Lo que se propone es el manejo del corte de la vegetación en estas franjas al menos una vez al año según el ambiente y la no aplicación de herbicidas ni insecticidas. Si se observa dominancia de gramíneas, que son autógamas y en general poco atractivas para los polinizadores, el corte permite la aparición y el desarrollo de especies como tréboles o dicotiledóneas herbáceas, más favorables para estos insectos y, finalmente, para el rinde de los cultivos.”

Este proyecto se enmarca dentro de la estrategia The Good Growth Plan; la iniciativa de Syngenta que promueve la sustentabilidad, divididos en tres pilares de cara a 2020.

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