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Té argentino al mundo, un negocio de empresas con sello familiar

Si en una película o serie norteamericana la protagonista ofrece té frío, es muy probable que esa infusión haya salido de la Argentina. Considerada la segunda bebida más popular -la primera es el agua-, la Argentina es el principal vendedor de té a los Estados Unidos, relegando a...

Si en una película o serie norteamericana la protagonista ofrece té frío, es muy probable que esa infusión haya salido de la Argentina. Considerada la segunda bebida más popular -la primera es el agua-, la Argentina es el principal vendedor de té a los Estados Unidos, relegando a dos potencias como la India y China, y a pesar de que nuestro país es el noveno productor mundial.

Más de la mitad del té que se consume en los Estados Unidos es de nuestro país y a diferencia de lo que pasa con los limones de Tucumán, las exportaciones de la popular infusión a ese mercado siguen firmes y no parecen correr peligro con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y sus medidas proteccionistas.
"Estados Unidos necesita nuestro té, no veo ningún peligro", dice Carlos Okulovich, dueño de la firma Don Basilio, que este año desplazó a Casa Fuentes como el principal exportador de té del país.

Okulovich es obereño y su abuelo Basilio fundó la firma que tiene dos plantas procesadoras en la zona centro de la provincia de Misiones.
Las exportaciones de té argentino están controladas por cuatro empresas familiares, tres de origen misionero y la otra de Buenos Aires. Todas tienen similar tamaño y poderío económico, y en conjunto controlan al menos el 60% de los envíos del producto al exterior. También son los formadores de precios de la materia prima, que los cuatro grandes compran a los pequeños productores de la zona centro. En total hay unos 5000 chacareros (en Misiones se les llama "colonos") que tienen, cada uno, entre 10 y 20 hectáreas de té, y que reciben menos de 10 centavos de dólar por cada kilo de brote de té.
Foto: LA NACION
"Los norteamericanos no tienen el clima necesario para plantar, el té necesita este clima pesado, húmedo, donde se transpira mucho, como el de Misiones", dice Enrique "Quique" Urrutia, titular de Las Treinta, que al igual que Okulovich tiene sus fábricas en Oberá. Urrutia es el cuarto exportador.

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Los otros dos jugadores fuertes son la firma El Vasco, de los hermanos Crispin y Horacio Beitía, y Casa Fuentes. Okulovich, los Beitía y Urrutia son empresarios misioneros de tercera o cuarta generación. El negocio lo comenzaron sus abuelos o bisabuelos cuando llegaron en la primera mitad del siglo pasado desde el Viejo Mundo.

Desde hace dos años, Urrutia (descendiente de vascos), Okulovich (rusos) y Beitía (vascos) conviven con la multinacional inglesa Finlays, que compró Casa Fuentes en 2013. Finlays fue fundada a mitad del siglo XVIII (1750) para explotar la materia prima en las colonias del imperio británico, en pleno apogeo. Actualmente tiene posesiones en Sri Lanka, Kenya y la Argentina, y es el principal productor mundial.

Casa Fuentes -que tiene cuatro fábricas en las localidades de Oberá, Campo Grande, Campo Viera y Tabay- pertenecía a Antonio Carlos Espinoza. Su padre, José, llegó de España y fundó una importadora de té y café en Buenos Aires, hasta que después de la Segunda Guerra Mundial, Juan Domingo Perón prohibió las importaciones de té y Espinoza compró plantaciones en Misiones. Como los hijos de "Don Antonio" no se querían dedicar al negocio, el empresario decidió venderle sus cuatro plantas de secado y procesado y las 2000 hectáreas a Finlays, que prácticamente lo tenía como proveedor cautivo desde hacía años. Como parte del acuerdo quedó al frente de la empresa por unos años más.

Desde Las Treinta, Urrutia cuenta que le fueron a comprar "varias veces" la empresa. "Pero me gusta trabajar y mis hijos están empezando a ayudarme", explica.

El año pasado, a pesar de la devaluación y la quita del 5% de retenciones a las exportaciones de té, los números de los envíos al exterior casi no tuvieron variación en comparación con los de 2015.

Números estables

En 2016 se vendieron 77.520 toneladas por un valor FOB de 94.800 millones de dólares, según datos preliminares. Fue un leve crecimiento en volumen respecto de las 72.266 toneladas colocadas en 2015, aunque se facturó menos. En dinero el negocio no creció, ya que lo que se ganó por un lado (dólar más alto y retenciones) se perdió por el otro (suba de costos y menores precios pagados por importadores).

"Los costos aumentaron más que la suba del dólar con la salida del cepo y por otra parte, si bien quitaron las retenciones los compradores son los que ponen el precio y cuando ven que te quitaron esa carga impositiva, esa diferencia la quieren para ellos, te bajan el precio", explica Urrutia.

A diferencia de lo que pasa con la mayoría de las commodities, como la soja o el trigo, el té no tiene un precio de referencia y se negocia según la calidad en cada país. El argentino es un té que se paga a un bajo precio en relación con otros mercados.

El precio del té exportado bajó el año pasado. "Siempre estuvo por encima de 1,30 dólares el kilo y el año pasado se pagó un poco menos", explicó María Marta Oria, directora de Comercio Exterior de Misiones.

El té argentino se vende a granel, en grandes sacos de 50 kilos. Sólo Urrutia empezó a envasar la infusión en saquitos y le vende a los supermercados que tienen sus marcas propias. "Se necesita mucha escala, muchas inversiones para vender té envasado", dice Okulovich.

El mejor año para las exportaciones de té fue 2011, cuando se alcanzó un récord de 100.000 toneladas. Luego hubo una caída y el número se estabilizó en algo menos de 80.000 toneladas.

"El té argentino no puede crecer mucho más, porque no hay más áreas plantadas, tiene un límite el negocio y el techo se tocó hace unos años", afirma José Semeguén, director de Té del Ministerio del Agro de Misiones.

Algunos expertos en el mercado dicen que los cuatro grandes del té en la Argentina están algo cómodos, ya conocen su negocio, invierten en tecnología y dominan el área a la perfección. Pero a pesar de ser líderes en un mercado exigente como el de Estados Unidos, no ambicionan ir por más.

Lo cierto es que mientras luchan con los costos que siempre atentan contra la competitividad de las exportaciones argentinas, un gigante inglés en el patio trasero parece no ser suficiente para ponerlos nerviosos. Tampoco Donald Trump y su retórica proteccionista. Como decía el popular eslogan publicitario de los años 80: "Me tomo cinco minutos y me tomo un té".

Pasión por un cultivo... y por el automovilismo

Si algo define a los empresarios tealeros de Misiones es su pasión por los "fierros". Carlos Okulovich corrió en Turismo Carretera y actualmente su hijo Carlitos, que también trabaja en Don Basilio, participa de su quinta temporada en la máxima categoría del automovilismo argentino. En 2010 fue campeón del Turismo Nacional. Los hermanos Beitía también compitieron en categorías nacionales, pero ahora están retirados. Enrique "Quique" Urrutia fue hasta hace poco el titular del Automovil Club Oberá, y lleva a la ciudad el Súper TC2000. También compitió en categorías nacionales.

Los destinos del producto

Con rumbo norte

La Argentina es el 9º productor mundial y el 95% de su producción se exporta. EE.UU. es el principal comprador con el 70% de las exportaciones. Le siguen Chile y Alemania. Y se vende té a India, Reino Unido y Nueva Zelanda, entre otros países

Firmas que compran

Entre los importadores figuran firmas como Unilever, Lipton o Coca-Cola. El mejor precio se logró en 2011 con 1500 dólares la tonelada. Hoy ese valor ronda los 1200 a 1300 uss/FOB

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