
En los últimos días circuló un titular que generó revuelo: “El precio y la salida del cepo impactaron en el precio de la carne: subió hasta 36%”. Sin embargo, para Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (CICCRA), esa afirmación es lisa y llanamente falsa. “No tiene nada que ver la salida del cepo con el aumento del precio de la carne. Ese título no merece ser ni analizado”, sentenció.
Schiariti explicó que ese porcentaje alarmante surgió de un relevamiento puntual del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), que detectó una suba atípica en algunas carnicerías en una semana de fuertes lluvias que afectó la entrada de hacienda. “Ese 36% fue una vez, en alguna carnicería de Barrio Norte. No es representativo”, aseguró. Según él, el aumento real ronda entre un 8% y un 12% en el último mes.
Para el titular de CICCRA, el verdadero problema radica en el impacto rezagado de la sequía de 2023, que redujo drásticamente la oferta de ganado. “El año pasado se produjeron 820.000 terneros menos y se faenaron 350.000 vacas más. Esa caída en el stock genera una baja en la oferta actual, justo cuando los terneros aún no tienen el peso suficiente para ir a faena”, explicó. La falta de oferta, dijo, “es lo que empuja el precio hacia arriba. Cuando hay menos carne, sube el precio. Es simple”.
Políticas fallidas
El profesional también hizo una revisión histórica de políticas que, en su mirada, dañaron al sector ganadero. Apuntó contra medidas recientes del kirchnerismo, como la prohibición de exportar cortes populares durante la gestión de Alberto Fernández. “Cristina nunca le perdonó al campo lo de la 125. Y desde entonces se sucedieron políticas de castigo”, disparó.
Recordó que durante el pico de intervención oficialista, el stock bovino cayó de 60 a 47,5 millones de cabezas. “Hoy, más de una década después, sólo se recuperaron 4 millones. Eso muestra lo duradero del daño”, sostuvo. Como contracara, mencionó a Uruguay: “exporta el 70% de su producción y abastece sin problemas su mercado interno. Nosotros tenemos que crecer en kilos por animal, no sólo en cantidad faenada”.
¿Qué pasa con los frigoríficos?
Al ser consultado sobre la situación de los frigoríficos, más puntualmente sobre el caso de Davesa, el frigorífico que recientemente despidió a 40 trabajadores en Azul expreso: “La tasa municipal de seguridad e higiene se multiplicó por 13. Parece poco, pero mueve la aguja. Esto no es un negocio donde podés timbear” y agregó: “El negocio de la carne es de centavos por millones de kilos. No existe eso de ‘compro hoy porque mañana aumenta’. No podés equivocarte, y mucho menos bancar decisiones políticas como esta”, remarcó, en referencia a tasas municipales que actúan como impuestos encubiertos: “Una tasa debería tener una contraprestación. Acá no hay tal servicio. Es un impuesto disfrazado, y la política debería ocuparse de esto en vez de seguir hablando sin hacer”.
Además, criticó la transformación de muchos actores del mercado: “Antes eran abastecedores, ahora son matarifes que se creen industriales. Pero no lo son. Son comerciantes que compran barato y venden caro. Punto. No agregan valor, no generan empleo industrial”, cuestionó.
Con la salida del cepo y la baja parcial de retenciones —pasaron del 9% al 6,75%— el sector reconoce algunos avances, pero aún ve un largo camino por delante. “No alcanza. Es una ayuda importante, pero nuestros costos en dólares son mucho más altos que los de nuestros competidores”, advirtió. Por ejemplo, un kilo de novillo en Brasil cuesta un dólar menos que en Argentina.
Según Schiariti, es fundamental bajar impuestos. “Los ingresos brutos en una cadena con muchos eslabones son exponenciales. Te dicen que es un 3%, pero se termina transformando en un 12%. Es un robo al consumidor”, afirmó.
Mientras tanto, la industria frigorífica sigue en medio de una tormenta de costos elevados, baja rentabilidad y presiones fiscales de todo tipo. Y aunque el cepo haya quedado atrás, los desafíos del sector claramente no.