
Las intensas lluvias que cayeron entre el viernes y el domingo afectaron con fuerza a distintas localidades del noroeste bonaerense, en especial Lincoln, Salto y Rojas. En algunas zonas, registraron más de 400 milímetros en menos de 48 horas, una cantidad de agua que no se veía desde hace 40 años. La lluvia avanzo sin pausa y convirtió campos en lagunas, cortó caminos rurales y trastocó por completo el trabajo en el campo, mientras que en toda la provincia de Buenos Aires el temporal dejó una persona fallecida, más de 2.900 evacuados y tres desaparecidos.
En Lincoln, donde cayeron cerca de 280 mm, uno de los principales desafíos fue continuar con la operatoria de los tambos. Extraer la leche se convirtió en todo un problema en medio de estas condiciones extremas. El barro volvió intransitables los caminos rurales, eso hizo que los tractores, que son esenciales para llevar a cabo tareas básicas como alimentar al ganado o trasladar la leche hasta puntos de recolección, quedan atascados con facilidad. Al mismo tiempo, los camiones que habitualmente retiran la producción directamente de los tambos no puedan ingresar a los campos, lo que complica severamente la logística y obliga a buscar soluciones improvisadas para sostener la actividad.
A pesar de las dificultades, la leche nunca se pierde. “Es difícil sacarla, pero se la saca con tractores, es una odisea. Te digo que son héroes los que están ahí”, afirma un productor de la zona.
La enorme cantidad de agua transformó el terreno en un verdadero barrial, donde el acceso es casi imposible durante largos períodos. La falta de drenaje natural provocó que el agua se estanque y no fluya, empeorando la situación y reduciendo considerablemente el área útil del campo.
Por otra parte, en Salto, los efectos también se sintieron en los cultivos ya cosechados. “Ahora los cultivos están nadando en el agua, es dramático, porque la cosecha ya está terminada, con contratos para cumplir y tenés el agua en la panza del silo bolsa”. Explicó el trabajador rural.
La mercadería más afectada es el trigo, que por estar destinado al consumo humano debe cumplir parámetros mucho más exigentes que la soja. Sin embargo, esta también sufre ya que es altamente higroscópica esto quiere decir que la humedad penetra fácilmente en los granos y arruina su calidad.
Además, la situación se vuelve desesperante porque no hay cupos en los puertos, los camiones hacen cola durante días, las terminales están saturadas y la espera se extiende sin certezas. “Querés despachar, pero no hay cupos. Los camiones y los puertos están abarrotados. Entonces, el silo bolsa queda esperando, con costos que nadie quiere asumir y caminos en pésimo estado”, resume el productor. Ante este panorama, los granos deben permanecer almacenados durante semanas o incluso meses, con el temor constante de que la humedad lo eche todo a perder. El tiempo juega en contra y cada día de agua acumulada puede significar pérdidas económicas irreversibles.