
Un subproducto históricamente considerado residuo por la industria de jugos y sidras, el orujo de manzana seco fue recientemente incorporado al Código Alimentario Argentino (CAA), lo que habilita su uso en la elaboración de productos como panes, galletitas, barritas de cereal, pizzas, budines e infusiones, entre otros.
La medida, oficializada a través de la Resolución Conjunta N.º 39/2025 entre la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca y la Secretaría de Gestión Sanitaria, representa un paso clave en el camino hacia una agroindustria más eficiente y sustentable.
Según datos de SENASA, en 2024 se procesaron más de 115.900 toneladas de manzana con destino industrial, lo que generó una gran cantidad de orujo, un subproducto compuesto por pulpa, cáscara, semillas y pedúnculo, que representa entre el 25 y el 30 % del peso de la fruta fresca. Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) destacan su alto contenido en fibra, azúcares naturales y antioxidantes.
Esta decisión se enmarca en el Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos, que busca optimizar el uso de recursos a lo largo de toda la cadena agroalimentaria. Al mismo tiempo, la actualización normativa abre oportunidades concretas para la industria regional, que ahora puede sumar valor a un residuo que, hasta hace poco, carecía de destino comercial.
La producción total de manzanas frescas en Argentina durante 2024 alcanzó las 434.190 toneladas, con un 27 % destinado a la industria. Solo el mercado interno de sidra superó los 43 millones de litros, con una proyección de crecimiento del 5,1 % para 2025, lo que augura una mayor disponibilidad de orujo como insumo alternativo para la alimentación.
Además de reducir desperdicios, la inclusión del orujo seco en el CAA alinea la normativa nacional con los avances tecnológicos y de innovación del sector productivo, marcando un precedente en la transformación de residuos en alimentos funcionales.