Agricultura

Buen arranque para el trigo y alerta por el estancamiento en los rindes de soja

Desde la Bolsa de Comercio de Rosario elaboraron un informe en el cual exponen que el año pasado en esta misma fecha, el 10% del cultivo ya mostraba signos de deterioro producto del frío intenso y la falta de humedad, y el resto se clasificaba como bueno. Este año, gracias a las lluvias registradas en julio, el 40% del trigo se encuentra en estado excelente, el 55% en muy bueno y apenas un 5% en bueno.

Un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destaca un panorama muy distinto al del año pasado para los cultivos de invierno. En este mismo momento de la campaña anterior, un 10% del trigo ya evidenciaba deterioro por la falta de humedad y las bajas temperaturas, mientras que el resto era clasificado como “bueno”. Este año, gracias a las lluvias de julio, el 40% del cultivo se encuentra en estado excelente, el 55% muy bueno y apenas un 5% bueno.

Desde Corral de Bustos afirman que “los trigos están hermosos”. Las lluvias invernales fueron clave para consolidar un muy buen comienzo del ciclo. En María Susana, los productores también destacan una condición mejor a la del año anterior. Desde Bigand señalan que “las lluvias recientes favorecieron la activación de nutrientes clave como el nitrógeno, mejorando la condición de los lotes que venían resentidos por las heladas”. En General Pinto, con 42 mm registrados en julio, el escenario se presenta muy distinto a otros inviernos. Los productores son optimistas: “El rinde depende, en gran medida, del agua disponible en julio y agosto, y de un ambiente fresco durante el llenado de granos, pero sin heladas tardías. Si todo acompaña, podemos aspirar a 70 qq/ha; si no, podríamos caer a 20 qq/ha o menos. Por ahora, venimos muy bien”.

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Maíz en crecimiento: mejora en la humedad y expectativa por el aumento de superficie

Entre el 22 y 24 de julio se registraron nuevas lluvias que beneficiaron principalmente al norte de Rosario y al oeste de la región núcleo, zonas que venían con escasa cobertura hídrica. Esta mejora no solo favorece al trigo, sino que también es una buena noticia de cara a la siembra de maíz, que comienza en aproximadamente dos meses.

Los técnicos coinciden en que, con esta humedad, “es un año para fertilizarlo bien”, aunque aclaran que “no es tan fácil encontrar financiamiento y volvemos a hablar de tasas (de retornos) que hacen que uno se replantee muchas veces las decisiones agronómicas”.

La intención de siembra de maíz marca un incremento del 17% respecto al ciclo anterior, lo que podría llevar a implantar unas 1,9 millones de hectáreas en la región núcleo.

Soja bajo la lupa: ¿por qué los rindes no mejoran?

Mientras el maíz gana terreno, la soja enfrenta un problema repetido: rindes estancados. La BCR analizó los rendimientos de las últimas 16 campañas (excepto la 2022/23 por su sequía extrema) y comparó los cultivos de soja y maíz. Ambos muestran una mejora muy leve en el largo plazo, con un coeficiente de determinación (R²) bajo, lo que indica una falta de mejora sostenida.

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La soja mostró rindes entre 25 y 42 qq/ha, mientras que el maíz osciló entre 60 y 110 qq/ha. En este último caso, se observa mayor dispersión y posibilidad de altos retornos en campañas buenas. La soja, en cambio, ofrece mayor estabilidad, por lo que sigue siendo una opción confiable ante años complicados, aunque con menor margen de mejora bajo condiciones óptimas.

Fertilidad, manejo y tecnología: los factores que frenan el potencial

Según los técnicos consultados, la principal causa del estancamiento en los rindes de soja no es genética, sino de manejo. Apuntan a una combinación de pobre fertilización, deterioro físico de los suelos, y tecnologías menos aplicadas.

Un agrónomo de Aldao lo resume así: “Para mí, lo más importante es la falta de fertilización, especialmente con fósforo. Al cultivo hay que invertirle para que se exprese, hay que darle de comer, y hace mucho que no le ponemos en el plato una costeleta. En números, el margen promedio que le dejó a la gente la soja está entre los 100 a 120 u$s/ha, y si fertilizás, tenés que descontarle a eso 20 u$s/ha”.

Desde Bigand, advierten que “muchos productores usan variedades liberadas, más antiguas”. En Pergamino, el problema se relaciona con la baja rentabilidad: “lleva a una fertilización mínima y al uso de insumos genéricos de baja calidad”. En General Pinto, agregan: “aparte de lo que llueve, la eficiencia de captación del agua es muy importante. En el mejor de los casos capturamos solo un 60%. Vemos problemas de compactación, falta de estructura, pérdida de fósforo, micronutrientes y acidificación del suelo”.

La palabra de los especialistas: el problema no es la genética

Rodolfo Rossi, referente en genética vegetal, sostiene que “la ganancia genética en Argentina es comparable a la de Brasil, pero allá se aplica todo el paquete. Acá no se fertiliza ni se reponen nutrientes. En soja, más del 60% de los productores no devuelve al suelo lo que se lleva en fósforo y azufre”. Advierte además que “la rotación no alcanza si no va acompañada de una nutrición adecuada”.

En la misma línea, Matías De Felipe, especialista en genética, señala que la tasa de ganancia en los cultivares no ha caído”, y que el problema radica en el manejo. “El mejoramiento se orientó a maximizar el rendimiento potencial, pero en ambientes degradados y con bajo uso de insumos, los materiales no logran expresarse. Sin tecnología, no hay genética que salve al cultivo”.

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