
En la región del río Uruguay, los frutales enfrentan la presión de varias especies de moscas de la fruta que afectan tanto la calidad como el rendimiento de la producción. Los altos niveles de la mosca del Mediterráneo (Ceratitis capitata) detectados por el Senasa llevaron a declarar la alerta fitosanitaria en los departamentos de Concordia y Federación (Entre Ríos) y Monte Caseros (Corrientes), medida que se extenderá hasta julio de 2025.
Frente a este escenario, un equipo del INTA Concordia estudia el comportamiento de tres especies plaga —mosca del Mediterráneo, mosca sudamericana (Anastrepha fraterculus) y mosca de alas manchadas (Drosophila suzukii)— con el fin de diseñar estrategias de manejo integrado que reduzcan su impacto. Según Valeria Viana, investigadora del INTA Entre Ríos, estas plagas no solo generan daños directos en la fruta, sino que también representan una barrera para el acceso a mercados internacionales.

Un abordaje doble: campo y laboratorio
El trabajo combina observaciones en campo con experimentos en laboratorio. En el monitoreo a campo se relevaron 32 especies frutales y se identificaron ocho hospederos donde las tres moscas pueden coexistir, aunque en distintas proporciones. La mosca sudamericana se observó principalmente en níspero, ubajay y ciruela; la del Mediterráneo, en guayaba, mburucuyá y durazno; y la de alas manchadas predominó en zarzamora y arándano.
En laboratorio, los ensayos de competencia larval mostraron que una mayor densidad de larvas de Drosophila suzukii reduce la supervivencia de Ceratitis capitata y Anastrepha fraterculus a un rango del 20 al 35 %. Otro experimento, enfocado en el comportamiento de oviposición, reveló que las hembras de las tres especies prefieren frutos no infestados, lo que explicaría la baja frecuencia de infestaciones simultáneas en campo.
Implicancias para el manejo integrado
Estos hallazgos permiten identificar mecanismos naturales que podrían aprovecharse en estrategias de control más sostenibles. Viana subraya la importancia de mantener las poblaciones por debajo del umbral de daño económico y recomienda un enfoque integral que contemple el entorno productivo completo, incluidos hospederos alternativos cercanos.
Medidas como la colocación de trampas, el retiro frecuente de fruta caída y el monitoreo constante resultan claves para la toma de decisiones. Asimismo, considerar la competencia entre hembras al elegir el fruto hospedero puede ayudar a anticipar picos de infestación y minimizar daños. También es relevante vigilar las frutas presentes fuera del lote —en cercos, patios vecinos o bordes— que actúan como refugio y fuente de reinfestación.