Dicen que los productores tabacaleros que "cuando se le corta el pelo al cerro, la naturaleza se enfurece". Esa sabiduría popular podría resumir las causas por las que unos 1300 pequeños productores perdieron, con las inundaciones en el sur de esta provincia, gran parte de su cosecha.
La depredación de los bosques nativos, la erosión de los suelos y el uso indiscriminado de agroquímicos -según estudios del INTA- le han quitado la barrera natural de contención y absorción al suelo. Las aguas aquí han barrido los campos sembrados por minifundistas con tabaco, soja y maíz. En parcelas de tres a cinco hectáreas, en muchos casos arrendadas, el único medio de subsistencia de los locales se ciñe a las campañas tabacaleras.
A diferencia de las crecidas del río Marapa, y la posterior apertura de las compuertas del dique Escaba que inundaron La Madrid, La Cocha, 120 km al sudoeste de la capital provincial, fue azotado por la furia del agua una semana antes: el 27 de marzo llovieron durante ocho horas 320 milímetros, los improvisados canales de desagüe se desbordaron, se rompieron caminos, puentes sifones y casas y el agua ingresó en los galpones y fincas que acopian el tabaco. La emergencia hídrica, agropecuaria y social, decretada en esta región, 60 km al SE de La Madrid, es palpable y se calca en los rostros ajados de las familias.
Tucumán no ha cuantificado el total de pérdidas de su industria tabacalera (5222 toneladas), concentrada en gran medida aquí mediante la figura de cooperativas. Una sola de ellas, Copat, que agrupa a 1300 pequeños productores, vende 7 toneladas de tabaco al año, perdió casi un tercio de su producción. Rafael Oyola, de 74 años, habla con dificultad mientras descarga en la Copat los fardos que logró salvar. Desde hace dos semanas, lucha contra una súbita parálisis facial, producto del estrés: la mitad de su cosecha, unos 2000 kg, se pudrió. Eso compromete su presente y su futuro. El mes próximo no podrá sembrar. No podrá comprar semillas, arrendar los campos y los almácigos ni pagarles los $ 300 a los jornaleros.
Tucumán es una de las siete provincias del NOA, junto con Salta, Catamarca, Santiago del Estero, Jujuy, Misiones -afectadas por las inundaciones- y Chaco, que producen tabaco. Las cooperativas tucumanas pagan $ 25 el kilo y ese precio baja a $ 21 cuando lo compran las grandes tabacaleras, cuenta Oyola.
Los cochenses están enojados. Culpan en parte a una de ellas, instalada en Perico, Jujuy, por haber demorado la recepción del tabaco.Los reproches también apuntan al gobierno nacional: denuncian que retuvo los $ 130 millones del Fondo Especial del Tabaco (que surge del 7% del precio que pagan los consumidores de cigarrillos). "Sin esas partidas -dice-, con las que los productores mejoramos la infraestructura, los perjuicios están la vista."
José Aurelio Pérez muestra en el interior del hogar, en el barrio de San Cayetano del paraje La Invernada, el tabaco que pudo salvar. Acopiaba unos 4700 kg en distintos ambientes cuando el agua ingresó 50 cm en la vivienda. En mayo, su familia siembra en canteros o almácigos flotantes y él los trasplanta en los campos en agosto. Todos cosechan a fines de noviembre. El secado en precarios galpones, resguardados con caña y plástico, le insume dos meses. Luego, todos le sacan el palo a la hoja y lo enfardan.
"Cuando vino la tormenta, con mis hijos y mi mujer, acomodamos los fardos arriba de muebles en el garaje y los tapamos con plástico. Pero igual perdimos 1700 kg", se lamenta. Calcula sus pérdidas en unos $ 42.5000, lo suficiente como para llevarlo a la quiebra.
"Alquilamos todo: los almácigos, las parcelas y las camionetas para el transporte. Sin ese dinero, no podemos ni comer ni sembrar", grafica. Los mismos delegados les informaron que el gobernador Juan Manzur le reclamó al ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile , la parte del Fondo del Tabaco que les corresponde a los tucumanos, y que llegaría en los próximos días.