En la Argentina crecen diversas especies nativas de bambúes leñosos, pero su cultivo y aprovechamiento se encuentra poco difundido. En este marco, investigadoras de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) estudian sus múltiples usos, entre los que se encuentra la remediación aguas con arsénico, un problema muy frecuente en gran parte del país. En un trabajo en conjunto con la Universidad de Mississippi, EE.UU., a partir de biocarbones de caña de un bambú nativo se logró remover cerca del 100% de este metaloide en aguas muy contaminadas. Proponen darle más visualización al cultivo.
“Los bambúes de Guadua chacoensis se distribuyen en la región noreste del país, donde se los usa exclusivamente en la construcción y para producir artesanías. Por eso pensamos en aprovecharlo de forma integral. En principio, estamos trabajando activamente en usar las cañas para producir biocarbones capaces de remediar aguas contaminadas con arsénico”, comentó Andrea Vega, docente e investigadora de la cátedra de Botánica General de la FAUBA.
“A partir de cañas de la especie nativa Guadua chacoensis sin valor comercial, provenientes de establecimientos productivos, elaboramos el biocarbón y lo pusimos a prueba. Hasta el momento, pudimos ver que el material posee una elevada capacidad de adsorción de arsénico. Conseguimos casi un 100% de remoción en aguas con 10 miligramos por litro (mg/L) de arsénico, una concentración mil veces mayor que el recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, resaltó Jacinta Alchouron, quien estudia el tema en su tesis de doctorado en la Escuela para Graduados ‘Ing. Agr. Alberto Soriano’ de la FAUBA.
En este sentido, agregó: “Las concentraciones de arsénico que estudiamos son mayores que las que se encuentran en el agua de forma natural, pero nuestros resultados nos hacen pensar que los biocarbones de bambú funcionarían bien para esos valores. Podría resultar una opción económica y efectiva para tratar este problema que afecta a casi cuatro millones de personas en nuestro país. A su vez, permitiría que el cultivo adquiera una visibilidad mayor, y sus productores podrían beneficiarse más al realizarlo”.
El asesino invisible
“El arsénico es un contaminante natural de las aguas subterráneas de nuestro país. Es un metaloide tóxico que ante un consumo crónico en agua o alimentos puede producir diferentes enfermedades que se agrupan en lo que se llama Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico. Entre éstas se pueden encontrar desde diversos problemas en la piel hasta cánceres de vejiga, pulmón y riñón”, señaló Alchouron.
“La OMS sugiere consumir aguas con menos de 10 microgramos de arsénico por litro (ug/L). Nuestro código alimentario permite una concentración de 50 ug/L, pero sería conveniente reducir esta concentración a 10 ug/L. Para ello, se requiere una mayor inversión en tecnologías que permitan la detección de arsénico, entre otras cosas. A su vez, para remediar el agua en poblaciones rurales y aisladas se necesitan métodos precisos, de bajo costo y fácil manipulación. Los biocarbones de caña de bambú podrían cumplir con estos últimos aspectos y, por eso, estamos profundizando en su estudio”, aseguró.
Al alcance de la mano
Alchouron explicó que los biocarbones sólo se usan para remediar agua, suelo o aire. “Se pueden obtener de forma simple exponiendo las cañas a altas temperaturas en ausencia de oxígeno, con un horno de barro o un pozo cubierto. Recibimos la ayuda de la cátedra de Química de Biomoléculas de la FAUBA para realizar muchos análisis, de la empresa argentina EcoGreenChip para trozar las cañas y de la UBA para viajar a la Universidad de Mississippi a investigar los biocarbones de G. chacoensis. Los integrantes del laboratorio estadounidense se sorprendieron de la aptitud remediadora de esta especie nativa”.
Además, la investigadora le contó al sitio de divulgación científica Sobre la Tierra que compararon la capacidad remediadora de cuatro biocarbones que generaron con la misma especie: “uno, convencional; otro, activado —es decir, con un tratamiento que aumentó 185 veces su superficie específica— y otros dos impregnados con hierro: el convencional magnetizado y el activado magnetizado”.
Y continuó: “Variamos el tiempo de contacto con el agua contaminada, el pH y las concentraciones de arsénico. Observamos que la activación no produjo resultados superiores a los otros tratamientos, por lo que creemos que no sería necesaria. Es más, evitar la activación permite ahorrar tiempo y dinero”.
Alchouron señaló que en Asia se investigó ampliamente la capacidad remediadora de los biocarbones de bambú, pero en la bibliografía no se especifican ni las especies ni la edad de las plantas, factores que influyen en las propiedades del biocarbón. En una investigación previa, la investigadora comparó los biocarbones obtenidos en diferentes etapas del cultivo y concluyó que las cañas de descarte eran las que mejor se comportaban. “Buscamos darle valor comercial a los desechos productivos, favorecer la economía de los productores de caña y contribuir a la solución del grave problema del arsénico en aguas”, cerró