En los últimos tres años, el girasol pasó de 1,2 millones de hectáreas a casi 2 millones. Aunque lejos de aquella superficie que ubicó al país en el podio de los exportadores mundiales, el crecimiento alimenta expectativas. Uno de los principales objetivos que se ha trazado el 7° Congreso Argentino de Girasol que se realizará el 2 de julio en el auditorio UCA de Puerto Madero es analizar y poner sobre la mesa las distintas alternativas para que el girasol continúe por la senda de desarrollo, agrande sus posibilidades de negocios y pueda recuperar su antiguo lugar de privilegio.
“Hoy nuestro país representa el 7% del total de exportaciones de aceite de girasol. Pero llegó a ocupar el 35%. El comercio y la producción mundial se duplicaron y fuimos desplazados por otros competidores como Ucrania, Rusia o la Unión Europea. Ahora ya es tiempo de revertir la tendencia y revitalizar la cadena de valor con miras al crecimiento exportador”, asegura Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y del Centro de Exportadores de Cereales (CEC).
El especialista en comercio internacional será uno de los primeros oradores del Congreso de Girasol. “La industria está orientada claramente a la transformación de soja en harina, aceite y biodiesel. Luego, de manera supletoria, se suma el girasol. Pero estamos tratando de cambiar esa visión, sobre todo si vemos los precios internacionales de la soja, que para los próximos años se van a mantener bajos por un mercado sobreofertado. El girasol tiene la oportunidad de repuntar con mucha fuerza si logramos algún ajuste en la política tributaria argentina”, afirma Idígoras.
El otro eje en el que se debe trabajar rápidamente es comercio exterior. La prioridad pasa no solo por abrir nuevos mercados, sino también por desarrollar una fuerte capacidad negociadora que logre reducir los derechos de importación en países clave. Es el caso de la Unión Europea, donde el girasol forma parte de las largas negociaciones para cerrar un acuerdo comercial con el Mercosur. “Tenemos la expectativa de que este año se pueda culminar”, se esperanza el presidente del CEC.
Sin embargo, la esperanza se posa sobre La India, que es el mayor comprador a nivel global, llevándose alrededor de un cuarto de las 10 millones de toneladas que se comercializan anualmente en todo el mundo. En ese país, el aceite de girasol está visto como un producto de gran calidad y más sano que otro tipo de aceites. Actualmente depende totalmente de Ucrania, que representa el 95% de sus provisiones. Por eso la llegada de Argentina a ese mercado resulta tan tentadora. “Estamos participando activamente de los distintos eventos que se organizan en La India, y justamente después del Congreso de ASAGIR nos vamos para allá con CIARA para participar del primer Congreso Internacional de Aceite de Girasol y mostrar la calidad de los productos argentinos”, cuenta Idígoras.
En tanto, a nivel regional, el mercado más interesante para explorar es México. El problema allí radica en el acuerdo NAFTA con Estados Unidos, por los que los productos norteamericanos ingresan sin pagar aranceles. “Por eso está abierta una negociación de libre comercio entre Argentina y México donde uno de los principales temas es el aceite de girasol”, apunta. Otros países de la zona con potencial podrían ser Chile, Perú y Colombia, que eventualmente pueden sumarse aunque su mercado es mucho más pequeño en volumen.
Por último, Idígoras plantea que para acceder al mercado internacional hay que prestar especial atención y reducir al máximo los residuos de fitosanitarios que puede presentar el aceite de girasol. “Claramente la discusión actual por los residuos y productos agroquímicos genera un impacto en todo el comercio mundial de granos y sus productos. Sin embargo, creemos que la Argentina posee los mismos niveles de inocuidad que nuestros competidores (Ucrania, Rusia y la Unión Europea). Por consiguiente, hay que estar siempre alertas”, reflexiona.
Pero Idígoras pone el énfasis en “la ausencia de una política tributaria que aborde de manera integral a la cadena girasolera. Esto es lo que ha generado pérdida de competitividad”, dice el ex agregado agrícola de la Argentina ante la Unión Europea y considera que si se pretende volver a crecer, es necesario y fundamental que el sector recupere una política de reintegros de impuestos internos para las exportaciones, que fueron reducidos del 3% al 0,5% por el Gobierno.
“Argentina podría competir perfectamente en precios internacionales, el problema es que estamos exportando impuestos porque no existen este tipo de devoluciones. Se trata de un punto que hay que discutir y tratar de recuperarlo en el próximo año”, apunta Idígoras. En ese sentido, destaca la política interna que llevan adelante Ucrania y Rusia, principales productores de girasol, con fuertes incentivos y ayuda directa por parte del Estado.
Una estrategia sugerida por Idígoras es la de declarar al girasol como cultivo de economía regional. De esta forma se podrían lograr estímulos positivos para la producción y algún tipo de fomento en materia de desarrollo tecnológico. “Si lo seguimos considerando como parte de la agricultura pampeana, como al maíz, el trigo, la cebada o la soja, seguramente seguiremos castigándolo. Necesitamos darle apoyos y beneficios, sobre todo impositivos, para que vuelva a crecer”, remata.
“Hoy Ucrania es líder con casi 6 millones de toneladas exportadas, mientras que Argentina está en 650 mil. Pero con medidas de este tipo podríamos llegar a las 2 millones de toneladas”, señala el titular de CIARA.