Argentina exporta poco en relación con el total de su producto bruto interno (PBI). Con leves variaciones según el año, la exportación de bienes y servicios apenas llega a un quinto de la producción total.
Esta situación es más discordante aún ya que nuestro país es líder mundial en la producción y exportación de numerosos productos. En diversos cultivos estamos dentro de los 10 principales exportadores del mundo y en otros, directamente dentro de los tres primeros puestos. FADA suele referirse, para fines gráficos, como el podio de las exportaciones.
En otros productos (frutas finas, por ejemplo), no somos primeros en volumen pero sí en calidad.
En algunos mercados, la demanda de nuestro productos es infinita. Esta es una palabra técnica que quiere decir que todo lo que nosotros podamos producir, lo vamos a colocar con seguridad, por lo menos al precio actual. Que el mundo absorberá toda nuestra producción, cualquiera sea el volumen. Estrictamente, no es “infinita” pero es el nombre que se usa.
Por otro lado, dados los incentivos adecuados, tampoco habría límite (cercano) en las cantidades que podríamos crear y exportar. Traducido: podemos producir 10 veces la cantidad actual de arándanos, guindas, miel, aceitunas, vino, ajo, cebolla, productos de huerta, semillas. Y aún en cultivos ampliamente extendidos en la actualidad, más cercanos a sus límites de factibilidad, se podría ampliar hasta un 50%.
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¿Por qué no se hace?
Porque todos los incentivos del estado están organizados para que nosotros - las familias y empresas - no exportemos. Los políticos emiten regulaciones que dificultan o inhiben la capacidad de exportar de los agentes económicos.
No es una disposición divina o cósmica. Son los hombres a cargo de la dirección del país quienes en forma consciente deciden que nosotros no exportemos.
Las causas sólo podemos adivinarlas. Nadie se da un tiro en el pie sin razón alguna.
Enumeraré los mecanismos utilizados por las autoridades nacionales para impedir que los argentinos exportemos. Conocerlo nos permitirá desarmarlas y considerar a las exportaciones como lo que son: bendiciones que traerán prosperidad a la Nación.
- Tipo de cambio retrasado. Reduce la facturación en pesos de bienes y servicios exportados. Disminuye o torna negativa la rentabilidad. Quien produce bienes exportables, en una táctica defensiva, reduce los volúmenes al nuevo punto de equilibrio, o directamente decide o bien no exportar o bien cerrar la actividad. El tipo de cambio bajo es una transferencia de riqueza desde el interior del país al gobierno central (vía BCRA).
- Adelantos impositivos. Encarecen las inversiones (el monto de impuestos adelantado se agrega al principal) y le restan capital de trabajo a la empresa.
- Derechos de exportación. Producen los mismos efectos que el retraso cambiario (reducción o pérdida de rentabilidad) con la diferencia de que recauda la AFIP en lugar del BCRA.
- El alto costo del flete. Actualmente más del 50% del valor del combustible está integrado por impuestos (IVA, IIBB, impuestos internos, otros). La Argentina no cuenta con flota ni fluvial ni marítima, los FFCC deberían transportar el 40% de la carga y sólo mueven un cuarto de esos volúmenes.
- Regulaciones para arancelarias (Aduana, SENASA, ANMAT).
- Ausencia de servicio diplomático excepto para perjudicar a la Nación, como la decisión de traer granjas de cerdos chinas en competencia desleal con las producciones porcinas existentes o el abandono del Mar Argentino a potencias extranjeras que lo depredan.
- Costo financiero alto que encarece las inversiones y la financiación de exportaciones.
Los puntos 1 y 7 son decisiones del BCRA que reporta, desde la modificación de la Constitución en 1994, al Congreso de la Nación (art. 75 incs 11 y 19).
Los puntos 2 y 3 son potestad del Congreso de la Nación.
Los puntos 4 y 6 son resortes del poder ejecutivo nacional que debe diseñar políticas de transporte y diplomáticas al servicio del país y no de proveedores del estado o de potencias extranjeras y que tiene a su cargo los organismos que hacen de la exportación un camino cuesta arriba.
Como punto positivo: la Constitución Nacional nos brinda las herramientas para enderezar este entuerto.