El fenómeno de La Niña se ha mantenido llamativamente muy vigoroso durante el pasado otoño, con probabilidades moderadas de continuar en lo que resta de este invierno e incluso extenderse de manera inusual hasta el próximo verano.
De efectivizarse este escenario, estaríamos ante un extraordinario “episodio triple de La Niña”, es decir, tres temporadas de primavera/verano consecutivas (para el hemisferio sur) con anomalías frías en la temperatura de la superficie de mar del Océano Pacifico ecuatorial oriental.
Las últimas actualizaciones de pronósticos probabilísticos de los grandes centros mundiales que monitorean este fenómeno, auguran que La Niña se mantendría con un 64% de probabilidades durante este invierno.
Mirando un poco más allá en la línea de tiempo, las probabilidades son relativamente altas, entre 50% y 60%, para la primavera y el verano, si bien es cierto que el retorno a la fase neutral acapara un porcentaje en torno al 40% nada despreciable para estas dos estaciones.
La Niña, al igual que su contraparte El Niño, son alteraciones del campo medio de temperaturas del océano Pacifico ecuatorial, lo cual repercute no solamente en la circulación atmosférica regional sino global, alterando patrones de lluvias y temperaturas en distintas partes del mundo.
Se puede decir que La Niña viene explicando bastante bien las principales características meteorológicas que ha presentado este 2022 hasta el momento en Argentina, con un inicio de año seco y con muy elevadas temperaturas en el centro y norte de Argentina, para dar paso luego a meses de otoño de los más fríos de los últimos años, con irrupciones de aire polar frecuentes y con heladas muy tempraneras en el calendario.
El déficit de lluvia continuaría siendo generalizado durante el invierno, esperando a que durante la primavera pueda revertirse al menos en forma parcial y sectorizada el panorama.
Esto, debido a que durante la primavera si bien las tormentas no suelen ser frecuentes en el centro y norte de Argentina bajo un escenario Niña, sí tienen el potencial para ser más intensas y fomentar un alza en las precipitaciones de manera acotada y azarosa espacialmente.
Por Christian Garavaglia.