Para comenzar a responder la pregunta que sugiere el título de esta charla, Miguel Ángel Taboada de INTA, inició explicando que, en los sistemas agropecuarios y silvícolas, el carbono (C) se almacena de manera estable en forma de C orgánico en los suelos (humus), y en forma de compuestos de lignina en madera (bosques y plantaciones forestales). Ese C estable compensa las emisiones de otros gases efecto invernadero (GEI): dióxido de C (CO2), óxido nitroso (N2O) y metano (CH4). Los GEIs son emitidos por distintas fuentes, todas originadas de la actividad humana. “El sector agropecuario es una de estas actividades”, advirtió Taboada.
Profundizando en el ello, el investigador del INTA comentó que en los sistemas agropecuarios existen distintas fuentes de emisión y de absorción o captura de GEIs.
Para el caso del metano, la principal fuente de emisión es la fermentación entérica por ganado vacuno, a ello se le suman las emisiones de los suelos en campos arroceros bajo inundación, la quema ocasional de pajonales, o incendios forestales.
Las emisiones de óxido nitroso pueden ser directas desde los suelos e indirectas, como producto de la volatilización de amoniaco en suelos fertilizados con urea o UAN, o con agregado de abono o deyecciones de pastoreo, más la lixiviación de nitratos a los acuíferos.
Respecto al dióxido de C, precisó que este es el único GEI que puede ser tanto emitido como capturado. Las emisiones de CO2 en los campos obedecen a la quema de combustibles fósiles durante el tránsito agrícola, la descomposición de los residuos de los cultivos, y la mineralización de materia orgánica de los suelos. “Según registros del IPCC en 2014, el CO2 está presente en la atmósfera en concentraciones que actualmente llegan a más de 400 ppm”, remarcó Taboada. No obstante, este GEI puede ser capturado por las plantas por la fotosíntesis y ser transformado en compuestos orgánicos vegetales. “Se habla de secuestro de C cuando el C presente en los vegetales se transforma en compuestos estables como la madera y la materia orgánica”, argumentó. Además, agregó “Soluciones basadas en la naturaleza pueden ayudar a mitigar el cambio climático”.
Yendo más a fondo en el ciclo de C, Guillermo Peralta de FAO precisó que, en la agricultura, la mayor parte del C se exporta en el grano producido por los cultivos, siendo sólo una parte (20-35%) que permanece en el suelo en forma estable. En los sistemas ganaderos, donde los recursos forrajeros se completan con verdeos de invierno y de verano, o se pastorean rastrojos de cultivos, la lógica del ciclo del C es similar a un cultivo anual. En caso que sea una pastura o un pastizal, la principal diferencia es que la captura de C es continua todo el año, y las salidas de CO2 por descomposición o por mineralización se minimizan, en función de la cobertura y temperatura del suelo.
“El ciclo del C debe ser integrado con el de las emisiones de otros GEIs. El C orgánico del suelo compensa las emisiones de GEIs en sistemas agrícolas y ganaderos. También puede compensar otros sectores, como energía y procesos industriales”, remarcó Peralta. Además, indicó que los diferentes GEIs se integran en una única unidad, el dióxido de C equivalente (CO2e), y el poder de calentamiento de cada GEI en relación al dióxido de C (igual a 1) en el metano equivale a 28 y el óxido nitroso 265.
Ahora bien, ¿Qué niveles de secuestro de C podemos esperar en el suelo? Antes de responder, el investigador de FAO advirtió que las rotaciones tradicionales no están actuando como sumideros de C, por el contario afirmó “Según estudios realizados para FAO, en planteos con siembra directa, nutrición balanceada de cultivos, cultivos de servicio con leguminosas y sistemas ganaderos con pasturas perennes, hay un potencial de secuestro de 200 a 400 kg C/ha/año, lo que representa 700 – 1500 kg CO2 eq/ha/año. Esto demuestra que los suelos agrícolas pueden jugar un rol muy importante en la mitigación GEI”. Estudios realizados en la Chacra Pergamino de Aapresid, son igual de concluyentes. En sistemas intensificados, la mitigación promedio es de 37% de las emisiones totales, hasta 70-83%.
Para ir cerrando, Peralta llamó a trabajar en otras estrategias de mitigación. Indicó ajustar tecnologías de insumos (inhibidores de ureasa y de nitrificación) y de procesos (manejo por ambientes, fertilización por sitio específico).
En esa línea, Mauricio Casquero de CORTEVA, presentó un inhibidor del proceso de nitrificación. “INSTINCT inhibe a las bacterias nitrosomonas responsables de la nitrificación, no afectando a otros organismos del suelo”, comentó. Explicó que el producto aplicado con el fertilizante hasta V4, evita las pérdidas de nitrógeno por lixiviación y desnitrificación, logrando así que el cultivo pueda tener un mejor aprovechamiento del nitrógeno y un incremento del rendimiento hasta 7%.