Un grupo de investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), el Instituto de Genética Veterinaria de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el CONICET, desarrolló un novedoso chip con un conjunto de marcadores moleculares, entre un grupo de 640.000, para bovinos de la Argentina de las razas Brangus, Braford y Brahman. La herramienta permitirá a los criadores incorporar información genómica a la selección de reproductores, para mejorar los rodeos en menos tiempo y a un menor costo, respecto de los valores internacionales.
Esta nueva herramienta se denominó ArBos1 y obtuvo el premio en la categoría Investigación Aplicada en la edición 2016 del Concurso Nacional de Innovaciones (Innovar), de acuerdo a lo que informó la FAUBA a través de su publicación Sobre la Tierra. Según sus responsables, se trata de un desarrollo único en la Argentina. “A partir de ahora, los productores ganaderos podrían acceder en el país a un servicio de genómica que debían realizar en el exterior y, con ello, agregar información genómica al pedigree y a los caracteres fenotípicos (características de medición directa en los animales, como pesos y mediciones de res por ultrasonido)”, explicaron desde la Facultad.
“Hasta la actualidad existía un chip con características similares, desarrollado por la empresa Illumina, que fue concebido para ser muy informativo para las razas Angus y Holando. Pero este chip perdía calidad de información (todos los animales de esa raza son iguales para ese marcador) al aplicarlo a las razas Brahman, Brangus o Bradford, que son importante por su difusión en la Argentina”, indicó el Rodolfo Cantet de la FAUBA, quien forma parte del equipo desarrollador.
Los investigadores hicieron una placa más económica, con tecnología de la empresa Affymetrix, para razas compuestas británico-índicas, y le introdujeron marcadores que indican algunas enfermedades hereditarias, como coloración del pelaje y largo del prepucio.
El chip desarrollado por la FAUBA y la UNLP permite diagnosticar enfermedades de origen genético y realizar ensayos de paternidad y estudios de linajes. “Tiene muchas aplicaciones. Quizás la más importante es la selección, pero también permite hacer una verificación de paternidad o la trazabilidad del animal. Por ejemplo, al exportar carne a China podrías certificar que ese producto viene de la Argentina y saber cuáles son los padres”, comentó el investigador de la FAUBA.
Cantet explicó que los marcadores moleculares permiten identificar polimorfismos: “Sería una manera de conocer cada animal en particular a través de una huella digital”. Para que se comprenda, se refirió a los marcadores como luces: “El ADN (material genético) de una persona podría verse como una serie de veladores colocados uno a cierta distancia del otro (por ejemplo, cada 50 metros), desde Buenos Aires a Mar del Plata. Evaluar qué marcadores lleva el animal es conocer cuál es el patrón de luces prendidas (P) o apagadas (A): por ejemplo, AAAPPAPAPP. Este patrón es único para cada animal. Pero como se trata de una tecnología muy costosa, decidimos mirar una lámpara cada 200 metros, sabiendo que en Brangus, Braford y Brahman, para cualquiera de esas luces habrá animales A y otros P. Esa es justamente la presencia del polimorfismo, que si fueran todas A o P no marcarían nada en esa raza”.
Originalmente, el sistema disponible para Brangus, Braford o Brahman evaluaba potencialmente 50.000 marcadores moleculares (contra los 640.000 que ofrece el chip actual). Su costo oscilaba entre los 75 y 85 dólares por animal. Pero demás, en el sistema original de 50.000 sólo se prendían o apagaban 35.000 luces en Brangus o Braford. “Perdíamos 15.000 de entrada, con lo cual el costo real era mucho mayor. Nuestro trabajo se concentró sobre qué luces aparecían como A y P en las tres razas, para determinar la huella digital de cada animal”. El costo del chip desarrollado es de 40 dólares por animal.
Menos dinero y menos tiempo
En Sobre la Tierra explicaron que para utilizar el ArBos1, el criador debe enviar al laboratorio una muestra de semen, sangre o pelos del toro, donde se encuentra el material genético. Allí se realiza un ensayo con la tecnología desarrollada por la FAUBA y la UNLP para obtener el perfil genómico del animal, que luego podría ser incorporado junto a los datos fenotípicos para utilizar en la selección y el mejoramiento de los animales reproductores.
La meta es poder predecir estos datos en el animal que aún no nació. “En la lechería, por ejemplo, la prueba de progenie requeriría analizar un número de terneros machos y esperar siete años hasta que las hijas de esos toros produzcan leche. Con la primera lactación de las hijas se obtenía la primera evaluación genética. Hoy podemos calcular la relación de parentesco usando padres y abuelos. Pero estamos trabajando para, en el futuro, lograr esa predicción con la información de contemporáneos u otros ancestros”. Esto significa que con una ecuación predictiva se ganarían entre cinco y siete años de trabajo.