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Advierten que la bondiola brasileña tiene "ractopamina", un fármaco no autorizado en Argentina

En medio de crecientes tensiones en el sector porcino argentino, surge una preocupación significativa respecto a la importación de bondiola brasileña. Es que el producto podría estar afectando no solo la competitividad de los productores locales sino también la salud de los consumidores argentinos.

José Dodds, presidente de la Cámara de Productores Porcinos de Buenos Aires, expresó su alarma ante las recientes políticas gubernamentales que facilitan la entrada de carne de cerdo importada bajo condiciones ventajosas, como la reducción de los plazos de pago para las importaciones de alimentos y la eliminación del pago de percepciones de ganancias e IVA.

Estas medidas provocaron un fuerte descontento entre los productores nacionales, quienes se ven obligados a competir en desigualdad de condiciones.

En este contexto, la bondiola, un corte popular entre los productos importados de Brasil, se ha convertido en el centro de la polémica. En Brasil, este corte no se consume ampliamente, permitiendo que se exporte a Argentina a precios significativamente bajos.

Además, el tratamiento fiscal preferencial que reciben estos productos agrava la situación, poniendo en desventaja a los productores locales que deben enfrentar altos costos impositivos en la importación de insumos necesarios para la producción.

Sin embargo, el aspecto más controvertido de esta importación es el uso de ractopamina en la carne brasileña, un aditivo alimenticio que mejora la eficiencia en la producción de carne pero que está bajo severas restricciones en varios países debido a preocupaciones de seguridad alimentaria.

"Es un fármaco que mejora en un 15% la producción. Acá está aprobado pero no se puede usar porque el Senasa nunca hizo el seguimiento necesario", afirma Dodds, quien también advierte sobre los riesgos que esto implica para los consumidores argentinos y la falta de seguimiento adecuado de estas importaciones en cuanto a la cadena de frío.

La situación se agrava al considerar el impacto económico sobre los productores locales. Desde el comienzo del año, el precio del cerdo en pie ha experimentado una caída mayor al 35%, presionando a la baja los precios al consumidor y afectando la rentabilidad de los productores argentinos.

A pesar de esta caída en los costos de producción, los precios finales de productos porcinos como el chorizo fresco, el jamón cocido, la paleta y el salame han aumentado en una proporción mucho menor que la inflación acumulada, señalando un desequilibrio en la cadena de valor que afecta negativamente a los productores.

En respuesta a esta problemática, Dodds hace un llamado al Gobierno para que reconsidere sus políticas actuales y establezca un marco de competencia justa que no solo proteja a los productores e industrias locales sino que también asegure la seguridad alimentaria y la salud de los consumidores argentinos.

La inclusión de ractopamina en la carne importada de Brasil representa un desafío adicional que requiere atención inmediata para evitar posibles daños a largo plazo en el sector porcino argentino y la población en general.