
Por primera vez, se detectó en Córdoba la presencia del picudo negro de la vaina de soja (Rhyssomatus subtilis), una plaga de alto impacto que durante años afectó gravemente a los cultivos en el noroeste argentino. La aparición fue reportada en el Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo de Plagas (Sinavimo) del Senasa, y motivó una rápida reacción del INTA, que puso en marcha un operativo articulado entre investigadores del NOA y Córdoba junto con empresas del sector.
El hallazgo se produjo en la zona de Montecristo, cerca de la ciudad capital, a partir del aviso de Roberto Peralta, profesional de la empresa Halcón Monitoreos. Así lo confirmó Eduardo Trumper, coordinador del Programa Nacional de Protección Vegetal del INTA, quien destacó que se trata del primer registro formal de esta plaga en suelo cordobés.
El picudo negro afecta directamente al grano de soja: las hembras colocan huevos en el interior de las vainas y las larvas se alimentan de las semillas, lo que puede generar daños parciales o totales. En regiones como el NOA, donde esta plaga se expandió en las últimas dos décadas, las pérdidas pueden oscilar entre el 70 y el 100 % si no se interviene a tiempo.

Una plaga silenciosa y compleja
Guillermina Socías, entomóloga del INTA Salta y especialista en picudos asociados a la soja, explicó que el insecto representa un serio desafío en el norte del país debido a su comportamiento y biología: es de hábitos nocturnos y crepusculares, se esconde durante el día y sus huevos y larvas están protegidos dentro de las vainas.
En las etapas vegetativas, el picudo negro puede dañar brotes tiernos, provocando que las plantas queden atrofiadas o petisas si se ve afectado el brote apical. Pero es durante el llenado de grano cuando el daño resulta más crítico ya que las larvas consumen el grano directamente y las perforaciones que hacen los adultos para depositar los huevos facilitan la entrada de agua y patógenos que comprometen la calidad de las semillas.
Plan de acción regional y recomendaciones
Ante la detección, el INTA y diversos actores del sector comenzaron a articular capacidades entre los centros regionales de Salta–Jujuy, Tucumán–Santiago del Estero y Córdoba, con el objetivo de construir una red de monitoreo y contención. “Con Socías propusimos tomar como epicentro este campo en Córdoba, hacer muestreos en lotes vecinos y activar un anillo de vigilancia para determinar el grado de expansión”, explicó Trumper.
Además, se están elaborando recomendaciones para los productores, teniendo en cuenta que la plaga podría dispersarse a través del transporte de maquinaria. Trumper remarcó la importancia de fortalecer capacidades en todo el sector, desde el monitoreo hasta las prácticas de manejo, para prevenir el avance de esta amenaza en la provincia.

Daños totales y control limitado
El impacto de la plaga varía según el momento del ciclo del cultivo. Si el ataque ocurre durante el llenado de grano, las pérdidas pueden ser totales. “Una vez que el adulto pone los huevos dentro de la vaina, ya no se puede controlar de ninguna manera”, advirtió Socías.
En el norte, se han aplicado estrategias de manejo que incluyen el uso de curasemillas para proteger la implantación del cultivo y aplicaciones foliares sucesivas. Sin embargo, estas soluciones no son definitivas. “Los adultos emergen en camadas luego de cada lluvia, por lo que un solo tratamiento químico no es suficiente. Además, los productos actuales no tienen efecto residual”, explicó.
La especialista señaló que los daños pueden ser tanto directos —por el consumo del grano— como indirectos, por el ingreso de agua y enfermedades que deterioran la calidad. En muchos casos, “toda la producción termina siendo para descarte”, lamentó.
Un nuevo desafío para Córdoba
La empresa Halcón Monitoreos fue la primera en advertir la presencia de la plaga. “Al final de la campaña 2024/25 observamos mucho daño en las vainas, con larvas activas en campos de Montecristo”, relató Peralta. En ese lote, estimó pérdidas del 70 %: “Esperábamos un rinde de 32 quintales y cosechamos apenas 15”, detalló.
Frente a este nuevo escenario, se plantea conformar una mesa técnica de sanidad vegetal, siguiendo el modelo implementado en 2024 ante la aparición de la chicharrita. La propuesta incluiría a la Secretaría de Agricultura, el INTA, universidades y el sector privado. “La idea es abordar la problemática de manera integral, combinando investigación, monitoreo y extensión, y facilitar un trabajo institucional coordinado”, concluyó Peralta.