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Arreglamos la deuda, ahora, hay que pagarla (Por Salvador Di Stefano)

Los problemas son más políticos que económicos, la deuda manda, refinanciarla implicaría acuerdos políticos. El gradualismo posterga soluciones. Volver a los mercados financieros internacionales, no deja de ser toda una responsabilidad para el gobierno argentino. En esta primera etapa argentina recibió, casi sin revisión de inventario, unos U$S...

Los problemas son más políticos que económicos, la deuda manda, refinanciarla implicaría acuerdos políticos. El gradualismo posterga soluciones.

Volver a los mercados financieros internacionales, no deja de ser toda una responsabilidad para el gobierno argentino. En esta primera etapa argentina recibió, casi sin revisión de inventario, unos U$S 5.000 millones, a un año de plazo, a una tasa del 7,3% anual (refuerzo reservas BCR). En esta segunda etapa, colocaría unos U$S 15.000 millones, a plazos de 5, 10 y 30 años, a una tasa que rondaría en promedio el 8,5% anual. De esta forma saldaría deuda de bonos en default, y recuperaríamos el crédito mundial.

Luego de esto, deberá pasar revisiones internacionales, si desea seguir consiguiendo crédito en los mercados mundiales. Lo primero que miraran desde el exterior, es la deuda pública.

Con datos al 31 de diciembre de 2015, la deuda pública Argentina se ubica en los U$S 222.700 millones, un 33% es deuda en pesos y 67% deuda en moneda extranjera.

La deuda de mediano y largo plazo asciende a U$S 204 millones, mientras que la de corto plazo es de U$S 18.700 millones.

La deuda de corto plazo es entre distintos organismos del Estado, por ende, es factible que se pueda renovar indefinidamente, sin generar movimiento de flujo de fondos.

Para el año 2016 la deuda a vencer asciende a U$S 51.710 millones, de los cuales U$S 10.996 son intereses de la deuda, y U$S 40.714 millones es deuda de capital.

Del total de vencimientos de capital, la mitad es deuda entre el Banco Central y el tesoro nacional. Se recurrió a este mecanismo, dado que Argentina estaba fuera de los mercados mundiales. La principal consecuencia de este accionar, es que se descapitalizó al Banco Central, y esto terminó generando un deterioro sobre las reservas de la entidad, que hasta el día de hoy perdura.

En resumen, en el año 2016, el Tesoro nacional debería enfrentar vencimientos netos, por un total de U$S 20.000 millones de capital y U$S 10.996 millones de intereses. Entre mayo y junio vencerían unos U$S 10.000 millones, siendo meses muy críticos para el Tesoro Nacional. En el segundo semestre los vencimientos suman U$S 15.800 millones, y el mes más critico es diciembre de 2016.

En materia financiera, tenemos por delante 8 meses muy duros, sin embargo, la apertura de los mercados financieros, pueden hacer más fácil el camino.

Todo esto, no tiene en cuenta, la deuda en letras del Banco Central, que ascienden a $ 490.071 millones, cuyo vencimiento opera en los próximos 50 días, y generan una deuda de intereses, equivalente a unos $ 150.000 millones. Traducido a dólares del precio vigente, tendríamos una deuda de U$S 34.000 millones, que genera intereses por U$S 10.400 millones.

Animo, no se abrume de todos los números que le hemos brindado, esto es lo que debemos entre el Estado y el Banco Central. A este ritmo, alguien deberá remangarse los brazos para pagar semejante deuda.

El Tesoro Nacional dice, no cuenten conmigo porque tengo déficit, y estoy en un plan gradualista, por ende, no tendré superávit fiscal en los próximos 4 años.

En este caso, la estrategia sería tratar de refinanciar esta deuda, todas las veces que sea necesaria, e ir capitalizando intereses, en la medida que el mercado esté dispuesto a financiarlo. Para que esto ocurra, será muy relevante la gobernabilidad del país, y el apoyo que tenga el gobierno de Mauricio Macri de cara a los próximos años, como también el resultado de las elecciones de mitad de mandato, y el rol responsable de la oposición.

Una forma de licuar buena parte de la deuda pública, y las letras del Banco Central, sería devaluando el signo monetario, por ejemplo, si en algún momento devaluaríamos a $ 20,0 el tipo de cambio. Estaríamos estafando a muchos tenedores de deuda, ya que la deuda pública total descendería en U$S 25.725 millones, bajando más de un 10% el stock total de deuda.

En el caso del stock de Lebac y los intereses adeudados, que suman un total de U$S 44.400 millones, con una devaluación a $ 20,00, esta deuda se licuaría a U$S 32.000 millones, generando un ahorro de U$S 12.400 millones.

Conclusiones

. - El stock de deuda pública Argentina es más elevado que el que teníamos en el año 2001, comprando deuda/PBI, y con un vencimiento a más corto plazo.

. - La solución para este problema, pasa por generar un superávit de las cuentas públicas, que le permitan al tesoro nacional pagar los intereses de la deuda pública, y refinanciar los vencimientos de capital. En la actualidad, y por algunos años, el Tesoro Nacional tendrá déficit antes de pagar los intereses (por su política de ajuste gradualista), con lo cual necesitará tomar nueva deuda, y refinanciar la vigente.

. - Un aporte a la solución del problema de déficit, sería un gran y generoso blanqueo de capitales, que permitan ingresar dólares al país, que terminen incrementando la base imponible de los tributos, y generar una suba de los ingresos fiscales, que permita llegar en forma más rápida al superávit presupuestario, y acortar el camino. Esto no es una estafa, pero es perdonar al que evadió.  

. - Quedan dos caminos alternativos más por delante:

1)    Refinanciar la deuda pública todas las veces que haga falta, y para ello es necesario que el país tenga gobernabilidad, un rol opositor responsable, y dar garantía de que honrará los compromisos externos. En un marco de un crecimiento económico moderado, con la actual estructura tributaria, y sin la aparición de fuertes inversiones a la vista.

2)    Proceder a devaluar el signo monetario, licuar la deuda en pesos y el gasto público, incrementar las exportaciones, con la consecuente suba de ingresos públicos, y lograr equilibrio presupuestario. En un marco de un crecimiento económico a mayor velocidad, bajar los tributos que afectan la inversión, y con la posibilidad de rápidamente recibir capitales.

Los dos caminos son diametralmente opuestos. El gobierno eligió el primer camino, no ajustar, ser gradual, no cambiar tributos, y refinanciar deuda. Solo mejora parcialmente la estructura exportadora, y no hay cirugía mayor. El segundo camino, es más doloroso, pero preserva empleo, no hay una invasión de productos importados y genera nueva inversión.

El debate está abierto, se aceptan nuevos puntos de vista. Pero tenga presente, que son tiempos más políticos que económicos. El flujo de fondos manda, y en el poder, como en el matrimonio, si no preserva un flujo de fondos positivo, no se asombre si le piden el divorcio.

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