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El cambio climático golpea también la producción de vino: cayó 29% en un año

La semana pasada, el presidente Mauricio Macri mandó un “enorme abrazo a los argentinos que debido a las consecuencias del cambio climático están sufriendo”. Pero ese impacto no sólo lo están viviendo miles de evacuados en todo el país, sino que hay efectos, menos arrasadores, pero igual de...

La semana pasada, el presidente Mauricio Macri mandó un “enorme abrazo a los argentinos que debido a las consecuencias del cambio climático están sufriendo”. Pero ese impacto no sólo lo están viviendo miles de evacuados en todo el país, sino que hay efectos, menos arrasadores, pero igual de negativos. Un informe que difundió hoy en París la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) reveló que en todo el mundo la producción de vino cayó por los fenómenos climáticos. Y Argentina fue uno de los países más afectados.

La producción de vinos del año pasado en nuestro país fue de 9,4 millones de hectolitros, un 29% menos que en 2015. De los 22 productores relevados por la OIV, Argentina es el tercero que más cayó detrás de Brasil (-55%) y Hungría (-38%), dos naciones con volúmenes de producción muchísimo más bajos que Argentina, que está 9° en el ranking 2015 de la OIV.

“La caída de la producción tiene que ver netamente con una cuestión climática”, aclara Laura Alturria, coordinadora de la Comisión Técnica Enológica de la cámara Bodegas de Argentina, la entidad empresaria que nuclea a las bodegas locales. Y explica que la cosecha de la producción 2016, cuya vendimia cerró en mayo de ese año, fue de sólo 17 quintales: es el nivel más bajo en 50 años.

El primer problema apareció en la primavera de 2015, el período en el que crecieron las vides. “Como consecuencia de El Niño, fue más lluviosa de lo habitual y también tuvo temperaturas más bajas. Hubo heladas, lo que afecta la fecundación de la flor: se formaron menos granos de uva por racimo, y entonces el rendimiento de ese racimo es menor, al momento de la cosecha las cajas pesan menos”, señala Alturria.

Pero allí no terminaron los inconvenientes. “Desde febrero a abril del año pasado se empezaron a suceder una serie de lluvias que generaron las condiciones para el ataque de hongos y eso también fue afectando el rendimiento. Así, los quintales no fueron los que se esperaban y tuvimos la cosecha de uva más baja de los últimos años. El 95% la producción de uva se destina a elaborar vino así que esa baja se correlaciona con una baja similar en la cantidad de vino”, admite Alturria.

Estas condiciones climáticas se dieron en todas las regiones vitivinícolas, pero afectaron principalmente a la provincia de Mendoza, de donde viene el 70% de las uvas. Alcanzaron a todos los productores: pequeños, medianos y grandes. Pero no todos pudieron enfrentarlas de la misma manera. “Están preparados, atentos a las condiciones climáticas y a los pronósticos del Servicio Meteorológico Nacional. Saben las estrategias fitosanitarias para enfrentarlas. Pero hay productores que no están en condiciones económicas para llevarlas adelante”, reconoce.

La cuestión económica no es menor. La especialista señala que la calidad de los vinos no se vio afectada por la menor producción sino que, por el contrario, la cosecha 2016 dio un vino con más fruta, con más aroma, “porque al tener menos granos que alimentar, la planta mejora la performance en cada racimo”. Pero, al haber menos cantidad, se aplica la ley de la oferta y la demanda: aumenta el precio, a lo que se deben sumar los ajustes inflacionarios que sufrieron el resto de los insumos que hacen al producto (botellas, cajas, corchos, etiquetas). Y esto tiene otra consecuencia: el impacto en las ventas.

Según el mismo informe de la OIV, el año pasado el consumo en Argentina cayó 8,3% respecto a 2015 (se consumieron 9,4 millones de hectolitros anuales). “El consumo viene cayendo continuamente. Tiene que ver con el precio, pero también con el cambio de hábito en el consumidor: hoy existe una oferta de bebidas alcohólicas muchísimo más amplia que años atrás. Hay un nicho de mercado con cierto poder adquisitivo que está dispuesto a pagar, pero no así el consumidor masivo. Hoy el vino en tetra brick está más caro que la cerveza, que es su principal competencia”, analiza Alturria.

La experta ve un panorama complejo para la vitivinicultura local, porque el clima también afectó la cosecha 2017, que termina oficialmente en dos semanas. “No tuvimos lluvias, pero sí heladas tardías en septiembre y octubre. Esperamos una cosecha de 18 millones de quintales, cuando el promedio de los últimos diez años era de 24 o 26 millones. Estamos lejos de ser lo que llamábamos una ‘cosecha normal’. Quizás tenemos que empezar a ver cuál es nuestra nueva realidad”, concluye.