En la Argentina, el Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es la principal causa pediátrica de insuficiencia renal aguda y la segunda de insuficiencia renal crónica. Según el Ministerio de Salud de la Nación, esta enfermedad es responsable del 20% de los trasplantes de riñón en niños y adolescentes.
El SUH es una enfermedad endémica y grave que se transmite por alimentos contaminados por una cepa de la bacteria Escherichia Coli, productora de una toxina que suele estar presente en la materia fecal de animales y personas.
Algunos de los síntomas que adjudica el SUH y los especialistas recomiendan consultar de inmediato para evitar complicaciones mayores son: Palidez marcada; fatiga extrema; dificultad para respirar; moretones; hinchazón y sangre en la orina.
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Desde el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) trabaja con el objetivo de generar conciencia sobre el síndrome en los consumidores.
¿A quiénes afecta el SUH?
El SUH afecta particularmente a niños, ancianos y aquellos que –por padecer otras enfermedades– tienen su sistema inmunológico deprimido. En algunos casos puede llegar a provocar la muerte. Desde el Senasa recomiendan evitar darles carne picada a los niños menores de cinco años.
Manifestaciones de la enfermedad
El Síndrome Urémico Hemolítico se puede presentar a través de:
- Fiebre, vómitos y diarrea.
- Sangre en las heces.
- Irritabilidad, debilidad y somnolencia.
- Falta de producción de orina.
- Palidez.
- Hematomas.
- Hemorragias subcutáneas en forma de pequeños puntos rojos (petequias) y coloración amarillenta de la piel (ictericia).
Ante la presencia de alguno de estos síntomas en menores de cinco años, se recomienda llevarlos inmediatamente a la consulta médica.
Una vez diagnosticado el SUH, un especialista propiciará el "tratamiento de soporte" a fin de contrarrestar los síntomas dependiendo de la edad, nivel de gravedad y de la tolerancia a los medicamentos de cada paciente.
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Medidas de prevención
Es fundamental que los consumidores adopten adicionalmente una serie de cuidados al comprar, trasladar, almacenar, cocinar y consumir alimentos.
• Cocinar muy bien las carnes -especialmente la carne hasta que pierda el color rosado-.
• No usar la misma tabla y cuchillo para cortar la carne cruda y las verduras que no se cocinarán, así se evitará la "contaminación cruzada".
• Lavarse las manos antes y después de tocar animales, manipular alimentos e ir al baño.
• Mantener la cadena de frío de los alimentos.
• Consumir siempre agua potable y lácteos pasteurizados.
• Lavar las verduras con agua -dos gotas de lavandina por litro de agua-, dejando reposar la misma al menos 5 minutos.
• Cocinar muy bien los alimentos que se consumen cocidos.
Si bien, el Senasa minimiza los riesgos de transmisión de la bacteria a los alimentos a partir de los controles permanentes en faena, fiscalizando y certificando la calidad, sanidad e inocuidad de los agroalimentos, la adopción de hábitos simples y cotidianos de los consumidores puede hacer la diferencia en cuanto a la prevención de esta enfermedad.