Agricultura

Conocé cuál es la competitividad del maíz frente a la devaluación

El año 2023 estuvo caracterizado por un elevado nivel de incertidumbre y volatilidad económica. Las diversas medidas y regulaciones, sumadas al calendario electoral, generaron incertidumbre y distorsiones tanto en la macroeconomía como en el sector agroindustrial. En este sentido, uno de los frentes más dinámicos, fue la política...

El año 2023 estuvo caracterizado por un elevado nivel de incertidumbre y volatilidad económica. Las diversas medidas y regulaciones, sumadas al calendario electoral, generaron incertidumbre y distorsiones tanto en la macroeconomía como en el sector agroindustrial. En este sentido, uno de los frentes más dinámicos, fue la política cambiaria. Si bien el tipo de cambio oficial tuvo pocas alteraciones, en 2023 se implementaron tipos de cambio diferenciales tendientes a compensar la pérdida de competitividad derivada de la apreciación del tipo de cambio por los altos niveles inflacionarios. En el caso del maíz, se lanzó un Programa de Incremento Exportador (PIE) y posteriormente se implementó el "dólar agro" que mejoraba la cotización para la exportación de diversos productos agropecuarios, entre ellos, el maíz.

Con la llegada del nuevo gobierno, en diciembre se avanzó en una devaluación en torno al 56%. Esta medida se orientaba a lograr una unificación cambiaria para eliminar una brecha persistente y perniciosa para el desarrollo normal de la microeconomía y los negocios.

Por ese motivo, a continuación, se presenta el Índice del Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM), que busca medir qué tan competitivo fue el tipo de cambio en la Argentina para el maíz (ITCRM-Maíz), respecto al resto del mundo en el periodo 2001-2023.

Este índice refleja la relación entre las variaciones en el tipo de cambio nominal y la inflación. El resultado de la interacción entre ambas variables puede generar momentos de apreciación o depreciación cambiaria que, en el corto plazo, pueden resultar en menor o mayor competitividad vía precio.

Además, se pondera la participación relativa en el comercio internacional de los principales países exportadores de maíz (la Argentina, Brasil, EE.UU., México, Paraguay, Sudáfrica y Ucrania). En el mismo sentido, el índice también tiene en cuenta el efecto que producen los derechos de exportación (DD.EE) en la Argentina, que operan reduciendo el nivel del tipo de cambio que efectivamente percibe el empresario. Para el cálculo, se tuvo en cuenta el nuevo esquema tributario con el incremento del 12 al 15% para el caso de los DD.EE para el maíz.

De este modo, en el gráfico se observan dos grandes saltos del ITCRM-Maíz: el primero, se dio con la devaluación del año 2002, que permitió salir de la Convertibilidad con un tipo de cambio altamente competitivo para las exportaciones. El segundo salto se presentó en dic-23 producto de la devaluación antes mencionada. Actualmente, el ITCRM-Maíz presenta niveles superiores a los del periodo 2004-2005, que fueron años marcados por una buena performance exportadora, así como por un elevado nivel de crecimiento económico, impulsados por la mejora competitiva. La diferencia entre ambos momentos radica en el nivel de precios. Mientras la salida de la Convertibilidad estuvo caracterizada por bajos niveles de inflación -en torno al 5-6% anual-, la situación actual presenta niveles de inflación elevados y crecientes, con proyecciones de 200-300% anual.

A su vez, se debe considerar que el índice se ve más afectado por las variables macroeconómicas locales que por los efectos que podrían generar las economías competidoras. Esto se explica por la estabilidad macroeconómica que enfrentan los demás países versus la inestabilidad argentina.

Por ese motivo, un dato para tener en cuenta es el efecto de la devaluación en los precios locales. Si el traslado es alto y se alimenta la inflación, no solo se persistiría en la distorsión de precios relativos, sino que también se podría generar una apreciación cambiaria que repercutiría en la mejora competitiva antes observada.

Por último, cabe aclarar que, en el largo plazo, la competitividad real depende de factores estructurales vinculados a la infraestructura, a la logística, a los marcos regulatorios y a otros aspectos; que requieren de esfuerzos en el mediano y largo plazo, con efectos que se sostienen a lo largo del tiempo.