Los eventos de heladas pueden clasificarse en meteorológicos, agronómicos y/o agrometeorológicos. La diferencia radica en la forma de medición de la temperatura del aire.
¿Qué se considera como heladas?
Una helada meteorológica es aquella que ocurre cuando el termómetro ubicado dentro del abrigo meteorológico a 1,5 mts de altura del suelo, indica valores iguales o menores a 0°C. En cambio, si tenemos un termómetro a la intemperie ubicado a nivel del suelo, cuando éste marque 0°C o menos, estaremos en presencia de una helada agronómica. Por otro lado, se definió el concepto de helada agrometeorológica cuando el termómetro localizado dentro del abrigo marca una temperatura superior a 0°C pero igual o inferior a 3°C. En este caso es de esperarse que a nivel del suelo se esté registrando una helada.
Las heladas también se diferencian según la cantidad de vapor de agua que esté presente en la atmósfera. Si el contenido de vapor es alto, el descenso térmico provocará el cambio de estado de vapor a líquido y luego de líquido a sólido y entonces se formará hielo sobre la superficie de las plantas (y de los objetos) dando lugar a una “helada blanca”. En cambio, si el contenido de vapor en el ambiente es relativamente bajo, lo que se congelará será el agua dentro de los vegetales generando lo que se conoce como una “helada negra”.
Las heladas pueden ser de origen radiativo, por advección, mixtas o por evaporación. Las heladas radiativas son el resultado de un balance negativo de radiación, es decir que se pierde más cantidad de watts por metro cuadrado de lo que gana la superficie terrestre. Están favorecidas por vientos de baja intensidad o calma y se caracterizan por un fuerte enfriamiento del aire en contacto con el suelo, lo que genera que la temperatura aumente en los primeros metros de la vertical. Las heladas por advección no son frecuentes en la región central de Argentina pero sí se pueden observar en la Patagonia, ya que se producen por la incursión de aire muy frío proveniente de la Antártida.
Las mismas están asociadas a vientos moderados o fuertes y a un bajo porcentaje de humedad. Las heladas mixtas son una combinación de las radiativas y las advectivas ya que pueden registrarse características de ambas en simultáneo. Por último, las heladas por evaporación se generan por el cambio de estado de líquido a gaseoso de las gotitas de agua o rocío que quedaron en las superficie de las plantas tras un evento de precipitación y un posterior descenso de la humedad en el ambiente. Estos eventos son más típicos en regiones húmedas como por ejemplo la Mesopotamia.
Para el estudio del régimen de heladas en nuestro país, es necesario conocer: el tipo genérico del evento según lo descrito anteriormente, la época de ocurrencia, la duración, la intensidad, la frecuencia y la peligrosidad asociada.
Para saber la época de ocurrencia se debe realizar un estudio agroclimático de la región de interés calculando las fechas promedio de la primera y última helada y cuál es el período libre de heladas. También es importante contar con las fechas extremas de ocurrencia de heladas. En nuestra región Pampeana las fechas promedio de ocurrencia de las primeras heladas meteorológicas se dan entre mitad de mayo y comienzo de junio en la porción norte; y entre el comienzo y mitad de mayo en la porción sur. Asimismo, las fechas promedio de ocurrencia de las últimas heladas en el norte de la región central varían entre la mitad y fines de agosto, mientras que en el sur de la región se dan entre fines de septiembre y la primera mitad de octubre (extraído de https://ciag.agro.uba.ar/probabilidad).
La duración de un evento de helada está dada por la cantidad de horas que el termómetro del aire registra valores iguales o inferiores a 0°C, mientras que la intensidad hace referencia al grado de nivel térmico al que llegarán las temperaturas de acuerdo a su época de ocurrencia. La mayor intensidad de las heladas radiativas ocurre durante la noche (en el momento en que el balance de radiación es negativo) y el momento de mayor enfriamiento suele ser el amanecer (a partir de la salida del sol el suelo comienza a calentar el aire por contacto). En el caso de las heladas por adveccción, el enfriamiento persiste tanto como la incursión de aire frío quede estacionada afectando a una cierta región.
Existen diferentes índices de peligrosidad de heladas para un lugar y un cultivo determinado que cuantifican los riesgos potenciales de generar daños a lo largo de las diferentes etapas de la fenología del mismo. En el caso del trigo, diferentes estudios muestran que durante la fase vegetativa el cultivo resiste hasta 10 grados bajo cero sin generar daños significativos que afecten el rendimiento final. A partir del momento de la espigazón la tolerancia al frío por parte del trigo disminuye abismalmente.
Este año las primeras incursiones de aire frío ocurrieron en el mes de mayo y dieron comienzo a la temporada de heladas. Posteriormente, en junio se registró un aumento relativo de las temperaturas respecto a lo esperado para la época del año, hasta los últimos diez días del mes en donde volvieron a registrarse noches y amaneceres gélidos en la franja central del país. En la figura a continuación se muestra la cantidad de días con temperaturas mínimas por debajo de 3°C entre el 21 al 30 de junio. Se destaca que en el norte de la región Pampeana la mitad de los días del período descrito presentaron heladas agrometeorlógicas, mientras que en el sur de la región se registraron hasta 8 días con temperaturas inferiores a 3°C (a 1,5 mts sobre el nivel del suelo).
Se espera que esta masa de aire polar que está presente en la Patagonia en la zona central del país, persista durante la próxima semana, dejando probabilidades altas de ocurrencia de heladas hasta el miércoles 10 inclusive en las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, centro y sur de Santa Fe y sur de Entre Ríos. Luego se prevé un leve ascenso de las temperaturas sobre la región Pampeana. Por otra parte, no se esperan precipitaciones en casi todo el territorio nacional durante la próxima semana. La ausencia de nubosidad favorece a la pérdida de energía durante las noches, por lo que aumenta las chances de que las temperaturas desciendan con mayor intensidad.