Los humedales localizados en el oeste de la provincia de Chubut, más conocidos como mallines, son un factor clave para los sistemas productivos presentes en la región. Sin embargo, muy pocos saben que se trata de ambientes que exigen una intervención activa para sostener en el tiempo los servicios ecosistémicos que brindan. CREA Esquel e INTA realizaron recientemente una jornada abierta al público sobre gestión sostenible de los mallines para concientizar acerca de su importancia.
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“Los mallines constituyen el área más productiva de los establecimientos, tanto por su calidad forrajera como por la posibilidad que ofrecen de desarrollar manejos intensivos con la hacienda. Tienen una importancia preponderante porque, además de forraje, aportan agua para el ganado”, explica Ignacio García Diez, integrante del CREA Esquel.
“Un mallín en buenas condiciones actúa como una esponja que captura los excesos hídricos para luego distribuirlos en las épocas del año en que recibimos menores lluvias. Además, promueve una mayor biodiversidad y captura una mayor proporción de carbono orgánico”, añade.
Una característica esencial de los mallines es su gran productividad y la calidad de la materia seca producida, dado que –sin son bien gestionados– pueden llegar a producir hasta diez veces más que las estepas circundantes.
Pero la cuestión es que los mallines son particularmente susceptibles a la erosión hídrica, la cual promueve la formación de surcos profundos o cárcavas que van drenando progresivamente ese ambiente para provocar un descenso acelerado del nivel de la capa freática y, por extensión, de la fuente de sustento del micro y macrobioma que lo habita.
“Los mallines que recibieron intervención humana en las últimas dos décadas lograron mejorar su productividad y biodiversidad, mientras que aquellos que no fueron intervenidos se perdieron y, cuando se llega a instancia, luego es muy difícil poder recuperarlos”, remarca Ignacio.
Técnicos del INTA Esquel tienen una vasta experiencia en el desarrollo de buenas prácticas de producción en mallines y diseñaron un protocolo (“Guía para el curso: restauración y mejoramiento de mallines mediante obras de redistribución del agua de escurrimiento”) que contiene los diferentes aspectos por tener en cuenta para gestionar tales ambientes. El documento fue realizado con la participación activa de las empresas integrantes del CREA Esquel.
“Los conocimientos logrados en las últimas décadas relativos al manejo sostenible de mallines son producto del esfuerzo conjunto de empresarios, técnicos e investigadores de INTA, CONICET e instituciones académicas, los cuales en algunos casos han sido la base de publicaciones científicas”, resalta Ignacio.
Existen metodologías probadas de restauración activa de los mallines diseñadas con el propósito de restablecer las condiciones hidrológicas necesarias para llevar al sistema deteriorado a su estado original o equivalente.
La construcción de represas sobre las cárcavas y surcos profundizados y de regueras asociadas, sobre curvas de nivel en la superficie del mallín, modifica la dinámica hídrica del ambiente degradado. Esa intervención intercepta el flujo concentrado del escurrimiento superficial en las líneas de drenaje para redistribuir proporcionadamente ese recurso y elevar de manera progresiva el nivel de la capa freática.
Tales modificaciones, junto con una gestión forrajera y un manejo del pastoreo adecuados, promueven el restablecimiento de la materia orgánica presente en el suelo para incrementar de manera natural la productividad y la resiliencia del sistema ante sequías o excesos hídricos.
“Con un manejo sostenible es factible incrementar la carga animal (de ovinos y/o vacunos) en un entorno que se hace cada vez más resiliente a los golpes climáticos; el beneficio es tanto productivo como ambiental y social”, comenta Ignacio.
Además de intersiembras de pasturas, llevan a cabo pastoreos regenerativos con el propósito de dejar “descansar” el tiempo suficiente a las especies –tanto nativas como foráneas– presentes en el ambiente y así promover una recarga de biomasa aérea y subterránea que contribuya generar una acumulación progresiva de carbono en el sistema.
La intersiembra de mallines se realiza con agropiro en los casos de mayor salinidad y con trébol blanco, trébol rojo, lolium, bromus y raigrás en los sectores de mayor humedad y calidad de suelo.
Un aspecto importante es que las intervenciones realizadas en los mallines se implementan a partir de un diseño realizado por un ingeniero hídrico o agrónomo especializado en la materia y cuenta con la autorización del Instituto Provincial del Agua de Chubut (IPA).
La región, si bien actualmente cuenta con un régimen hídrico más benévolo, viene de atravesar una extensa sequía de ocho años de duración que finalizó en 2021 con un desastre ambiental que provocó el secado de arroyos y vertientes.
El pasado 28 de septiembre integrantes del CREA Esquel, junto a INTA Esquel e investigadores del CONICET, realizaron en una sede del INTA Esquel una jornada de capacitación, abierta al público general, sobre gestión sostenible de mallines. “La comunicación es un aspecto central de lo que hacemos porque el cuidado de los mallines, con la importancia productiva y ambiental que tienen, requieren mucho esfuerzo y conocimiento y es importante que eso sea conocido por la comunidad”, remarca Ignacio.
Las empresas del CREA Esquel, cuyo asesor es Matías Curcio, se encuentran distribuidas en los cinco departamentos del oeste de la provincia de Chubut: Cushamen, Futaleufú, Languineo, Tehuelches y Senguer.