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El invierno será más cálido y lluvioso: buscan prevenir inundaciones

La inundación en la Laguna La Picasa fue un caso testigo: afecta no solo a la provincia de Santa Fe, sino también a la de Buenos Aires. No es el único caso en el cual los desbordes de agua perjudican a los habitantes de un lugar u otro....

La inundación en la Laguna La Picasa fue un caso testigo: afecta no solo a la provincia de Santa Fe, sino también a la de Buenos Aires. No es el único caso en el cual los desbordes de agua perjudican a los habitantes de un lugar u otro. Ahora desde la secretaría de Protección Civil del Ministerio de Seguridad de la nación advirtieron que el próximo invierno será lluvioso, por lo que habrá más tormentas en las zonas afectadas. La prioridad será "proteger los cascos urbanos y las localidades rurales mientras se realizan "las obras integrales".

Marcelo Rosas Garay, subsecretario de Protección Civil dijo que el pronóstico para la denominada zona núcleo (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba) "no es el mejor" ya que se "vienen más tormentas para los lugares afectados, esperamos un invierno cálido y lluvioso y luego en septiembre la llegada de una nueva Corriente del Niño que no estaba prevista el año pasado para esta época".

Rosas Garay destacó que "para nosotros la prioridad será la protección de los cascos urbanos y las localidades rurales, se plantean situaciones que no serán fáciles de resolver ya que hay muchas provincias que quieren echarse el agua unas a otras. Es necesario sentarse a una mesa a dialogar y encarar obras integrales". Y aclaró: "No hay que echarle toda la culpa al clima, en la provincia de Buenos Aires se saturaron los suelos por el nivel de exceso hídrico, entonces partimos de la base de que faltan obras y que hay que replantearse el manejo del suelo para que vuelva a tener esa capacidad de absorción".

El Servicio Metereológico Nacional (SMN) pronosticó en su informe trimestral de mayo-junio-julio que las precipitaciones para el este de Buenos Aires, este del NOA, Córdoba, oeste de Santa Fe y extremo norte del país serán normales o superior de lo normal. Justamente la provincia de Buenos Aires decretó la semana pasada la emergencia hídrica para 26 municipios, la mayoría del norte provincial, por 180 días, lo que le dará a la gobernación la capacidad de destinar recursos en forma más acelerada para efectuar obras a corto, mediano y largo plazo.

Ya el principio de año fue muy lluvioso en nuestro país y en 8 provincias hubo marcas inéditas de precipitaciones; tanto que entre marzo y abril se produjeron 12 récords diarios de caída de agua y otros 15 mensuales. Mientras tanto, el crecimiento de la cuenca del río Salado es constante y afecta desde el distrito de General Villegas, que hace 16 meses esta inundado, hasta Junín, pasando por Pehuajó, Carlos Casares, General Pinto, General Arenales, Trenque Lauquen, 9 de Julio, 25 de mayo, Bolívar, Rivadavia, Salto, Arrecifes y Rojas, entre otros.

A juicio de Vicente Barros, que es doctor en Ciencias Meteorológicas, "el problema central son las mayores precipitaciones producto del cambio climático", aunque sostiene "que el hombre ha perturbado algunos lugares cuando hizo rutas sin un drenaje debajo o avanzó sobre algunos humedales en los cuales antes no había actividad y ahora se construyeron poblaciones y campos agrícolas".

Matilde Rusticucci, doctora en Ciencias de la Atmósfera, ya le había comentado a Clarín sobre los efectos colaterales de la lluvia. "Con el correr del tiempo sabemos que va a llover más. A eso le sumamos que ahora llueve más de lo normal y sobre un suelo que no absorbe, entonces se inunda", dijo.

A la altura de Junín, el río Salado crece a un centímetro por día y las autoridades municipales mandaron a elevar un terraplén de diez kilómetros para proteger el casco urbano, mientras temen que el río desborde en poco tiempo. Ya llevan cinco kilómetros y esperan terminarlo para esta semana. La situación no es diferente en el sur santafesino, en donde las autoridades trabajan contra reloj para evitar el rebalse de la laguna La Picasa que ya cubrió unos 18 kilómetros de la ruta nacional siete y amenaza pueblos como Teodelina o Diego de Alvear, con unas 60 mil hectáreas de campos anegadas.

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