Quiero comenzar tomando dos frases hechas que forman parte del imaginario colectivo argentino: “Con una o dos cosechas se salva el país”, “Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”. Ambos conceptos reflejan dos cosas bien distintas, la primera es esa idea fantasiosa de que Dios es argentino y que con poco siempre salimos adelante, y la segunda es la opuesta, es esa visión quejosa de que siempre otro está mejor que nosotros. Desentrañar ambos conceptos nos va a permitir encontrar un elemento en común que se ha desvalorizado en el tiempo y que cotiza muy bajo. La actividad ganadera como cualquier producción conlleva una premisa fundamental: es hija del esfuerzo y del trabajo honrado, ambos valores sirven para no apostar tanto a milagros ni tampoco a revanchismo.
La cadena de ganados y carnes es resultado del esfuerzo de cientos de miles de ciudadanos que todos los días se levantan a trabajar y apuestan por un futuro mejor, creyendo en sus propias manos, su capacidad y su inteligencia.
Pero dejando de lado las ideas del imaginario colectivo es necesario saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Después de un proceso imaginado con el mejor espíritu populista de que la producción de otros sea orientada exclusivamente al mercado interno afectando nuestra histórica presencia en los mercados internacionales. Desde hace un poco más de dos años comenzó una circulo virtuoso cargado más de expectativas que de resultados concretos desde lo económico, se volvió a recrear el circuito de cría, inverne y engorde de animales con un proceso rápido de incremento de las exportaciones que permite tener hoy una equilibrada plataforma de despegue.
El concepto de plataforma de despegue hace mención al valor que tiene la existencia de un fuerte mercado interno como demandante del producto lo cual convierte a la exportación en una vía rápida de crecimiento dada la capacidad instalada y el espertise laboral acumulado durante décadas.
Pero si analizamos sector por sector vamos a ver que todos han mejorado aunque sus rentabilidades sean en algunos casos inferiores a la inflación anual, lo cual demuestra que en términos reales no estamos mejor. Por supuesto que un análisis de rentabilidad no es el único ítem a tener en cuenta pero si el único que en el tiempo garantiza sustentabilidad. Este será un punto para revertir.
Imaginar lo que se viene
Tal vez el análisis histórico permite saber cómo fue el recorrido pero lo más importante es poder imaginar que es lo que viene para los próximos años. Sin hacer futurología pero simplemente teniendo en cuenta todas las variables podemos pensar que los próximos años serán de un crecimiento sostenido sin hechos espectaculares. No van a existir como en la década pasada movimientos espasmódicos que después de largos años de sometimiento de los precios se producían estampidos de aumentos de un 30% o 35%. Hoy el sector se comporta como un sistema de competencia casi perfecta y sin intromisiones distorsionantes.
El dato clave del sector es que es una cadena de ciclos biológicos largos que posee formatos de crecimientos sostenidos pero no rimbombantes. La recomposición del stock logrado después de la pérdida de más de 10 millones de cabezas ubicado hoy en 54 millones de cabezas posee ya un crecimiento más lento y no augura grandes volúmenes de terneros nuevos, porque la retención ha aminorado pero sobre todo porque la demanda china de carne produjo una faena creciente de vacas, donde limpian todo lo que pisa pero también se llevan muchas vacas CUT que habitualmente dejaban unos cuantos terneros al año resultado de preñeces generales.
El gordo pareciera ir encontrado un techo y así lo demuestra el Mercado de Liniers, cuando aparecen volúmenes importantes solamente los mejores lotes tienen colocación sostenida y el resto hace su recorrido de precios de acuerdo al bolsillo de la población. El 2017 fue un buen año que permitió recuperar unos cuantos kilos anuales per cápita al consumo, pero los años pares nunca son años electorales y la demanda estará más contenida por el incremento del resto de los gastos de la población.
Con una oferta de invernada ligeramente superior y con una demanda más acotada todas las fichas estarán puestas en la exportación, esta seguirá su camino ascendente año tras año y volviendo a reposicionar a Argentina en el top ten de los exportadores mundiales. Pero su incremento será una ayuda a la cadena en general pero no hará milagros, servirá para seguir poniendo en equilibrio todos los actores que no es poca cosa dado los resultados vividos años atrás.
Sin reducir las expectativas depositadas pero con un toque de realismo debemos pensar que la diferencia en la cadena tanto de productores como invernadores, feedloteros y frigoríficos estará asentada más en la búsqueda de la eficiencia que en los golpes de mercado que vía precio produzcan grandes modificaciones. La cadena está ingresando responsablemente a un nuevo proceso histórico de crecimiento sostenido, con apertura de los mercados mundiales a sus cortes y con un mercado interno que actúa como plataforma de lanzamiento.