Por Darío Guardado (Periodista de Agrotips)

¿Sirve el acuerdo Mercosur-UE para el desarrollo de la Argentina?

Hemos leído y escuchado infinidad de análisis y especulaciones acerca de los beneficios y desventajas que tendrá el entendimiento comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, una vez que entre en vigencia. Para los especialistas al menos deberán pasar entre 2 y 3 años para la aprobación...

Hemos leído y escuchado infinidad de análisis y especulaciones acerca de los beneficios y desventajas que tendrá el entendimiento comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, una vez que entre en vigencia. Para los especialistas al menos deberán pasar entre 2 y 3 años para la aprobación parlamentaria en todos los países, de un lado y del otro del Océano Atlántico, hasta su implementación definitiva. Concretamente comenzaría en 2023 y la eliminación y reducción progresiva de los aranceles tendría efecto recién alrededor de 2030. Parece una eternidad, pero de eso se trata el largo plazo. El gran desafío es saber si Argentina, junto a la región, está preparada para proyectar su desarrollo hacia el futuro y dejar de estancarse en los vaivenes que presenta la coyuntura.

Sin dudas, el eje fundamental del acuerdo está dirigido hacia el campo y la agroindustria. La UE liberalizará casi el 100 por ciento de las exportaciones del agro del Mercosur, con eliminación de aranceles en más del 80 por ciento de los casos y con reducción en las preferencias y cuotas fijas en cerca del 20 por ciento restante. En tanto, el Mercosur liberalizará en un 90 por ciento su comercio para el ingreso de productos europeos, aunque tiene un plazo de 15 años para hacerlo en sectores reconocidos “sensibles”, como por ejemplo la industria láctea y la industria automotriz, sólo por mencionar algunos casos.

Para varios especialistas el acuerdo generará oportunidades. Así lo manifestó el analista internacional Marcelo Elizondo: “esto pone al Mercosur ante un mercado como el europeo de 500 millones de consumidores con un ingreso per cápita de 35 mil dólares. Es una gran oportunidad, aunque te expone a competir con empresas muy relevantes que tienen una importante capacidad de competencia internacional”.

Desde el Gobierno no ocultaron su euforia por el logro político y comercial. "Es un acuerdo histórico para la Argentina, para el Mercosur, fruto del trabajo en equipo internamente, pero también con nuestros socios del Mercosur y generando confianza. El impacto económico que va a tener es inmenso, sobre todo en las economías regionales, ya que es un acuerdo muy balanceado", se aventuró el Secretario de Agroindustria de la Nación, Luis Miguel Etchevehere.

Existen algunos sectores como la producción de vinos o de aceitunas y de aceite de oliva que no ven con buenos ojos este acuerdo, ya que podrían verse perjudicados con el ingreso de productos europeos.

En este sentido, la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) remarcó que habrá serios riesgos si no se establece un proceso de convergencia arancelaria progresiva. "El acuerdo de libre comercio podría ser un gran paso para la industria argentina sólo si contempla las asimetrías de ambos mercados", expresó la entidad que nuclea a las bodegas locales. Por su parte, Julián Clucellas, presidente de la Federación Olivícola Argentina, sostuvo que el acuerdo es negativo tanto para la aceituna de mesa como para el aceite de oliva. En el sector hay temor de que con una mayor apertura y eliminación de aranceles, Argentina pueda perder el mercado brasileño a manos de importantes productores europeos como España, Italia y Grecia.

Sobre el acuerdo cerrado recientemente en Bruselas, Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y del Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), aseguró que es una muy buena noticia para nuestro país.

“El entendimiento entre ambos bloques económicos reduce los aranceles en los aceites, especialmente en el de girasol, y en el biodiesel de soja. En ambos casos sería arancel cero en 2030. Por eso, el acuerdo es histórico, pero limitado en beneficios, aunque marca un cambio de tendencia tras casi 30 años de aislacionismo”, destacó Idígoras. Y concluyó: “ahora es importante negociar mayor apertura con los países del sudeste asiático y con México y Canadá en América del Norte”.

Las frutas como las peras y las manzanas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén o los cítricos (limón, mandarina y naranja) en el noroeste y el litoral también se verán beneficiados por la eliminación o baja gradual de aranceles para poder ingresar al mercado europeo. Mariano Winograd es especialista del mercado frutícola en Argentina y reflexionó acerca del acuerdo Mercosur-Unión Europea: “sin dudas va a significar un desafío para el sector, porque se necesita una transformación muy grande en materia tecnológica, logística y productiva. Yo soy optimista, creo que pueden llegar inversiones, pero necesitamos un horizonte de continuidad que no hemos tenido desde el comienzo de la democracia, lo cual va a implicar que algunas empresas puedan adaptarse y otras no”.

La lechería es uno de los sectores que en principio quedaría fuera del convenio, por ser considerado “sensible” por el Mercosur, teniendo en cuenta que Europa, especialmente Francia, es uno de los mayores exportadores de lácteos, lo que podría perjudicar a Argentina y a la región. Andrea Passerini es tambera y dirigente de CARBAP desde hace varios años y explica con claridad este contexto: “el desafío más grande es la mejora de la competitividad que no depende del productor y tiene que ver con la fuerte presión fiscal, la falta de infraestructura (en especial de obras viales) y el difícil acceso al financiamiento, por las altas tasas de interés, que impide las inversiones”.

“Necesitamos contar con un mercado institucionalizado que defienda el precio al productor. Este acuerdo es bárbaro, pero lo importante es hacer los deberes fronteras adentro, porque algo que potencialmente puede ser muy bueno, podría terminar siendo perjudicial”, concluyó la dirigente lechera.

Este acuerdo genera grandes expectativas en la cadena de ganados y carnes, por los beneficios que aportará para las exportaciones de cortes bovinos. “Es otra buena noticia para el sector, ya que se abre un nuevo cupo para el Mercosur de 99 mil toneladas (45 por ciento enfriadas y 55 por ciento congeladas) con un arancel del 7,5 por ciento”, detalló el analista ganadero Federico Santángelo.

El especialista del mercado de las carnes también aclaró que el acuerdo reduce a cero el arancel que paga actualmente la Cuota Hilton, que es del 20 por ciento. Son 29.500 toneladas de cortes cárnicos de alto valor que representan un negocio de 300 millones de dólares y se podría ampliar a 370 millones aproximadamente. “Son buenas noticias del frente externo que permitirán una mejora en las exportaciones, en un momento en que el consumo interno está disminuido por la crisis que atraviesa el país”, finalizó Santángelo.
Más allá de las voces a favor y en contra que pueda tener el acuerdo entre ambos bloques comerciales, queda claro que después de 20 años de idas y vueltas y de estancamiento en las negociaciones, es una señal positiva haber llegado a buen puerto, haya o no intereses políticos por parte de los gobernantes de turno, tanto en nuestro país como en otras naciones. Alguna vez, en nuestra rica pero golpeada historia, debemos empezar a pensar y proyectar a largo plazo.

Es cierto que este acuerdo recién estará vigente en varios años, pero es esencial que se produzca un cambio de paradigma para poder, de una vez por todas, comenzar a desarrollar un país serio y con horizonte de previsibilidad a futuro, más allá de un período electoral. Es una gran deuda que tenemos todos los argentinos y, tal vez, ésta sea la oportunidad para empezar a saldarla.