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Un microchip argentino permite observar cómo se mueven las bacterias que fijan nitrógeno en el suelo

Este avance tecnológico facilita el estudio de microorganismos importantes para mejorar los fertilizantes naturales y cuidar el medio ambiente.

Con el objetivo de mejorar los biofertilizantes y reducir el uso de agroquímicos, investigadoras e investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), junto con equipos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y de Chile, desarrollaron un microchip capaz de simular la porosidad del suelo y permitir el estudio en tiempo real del comportamiento de las bacterias.

El dispositivo, más pequeño que la yema de un dedo, contiene canales microscópicos por donde "nadan" bacterias beneficiosas para cultivos como la soja y el maní, que se encargan de fijar el nitrógeno en la tierra.

Gracias al microchip, que fue fabricado con tecnología de precisión en un laboratorio chileno, el equipo pudo observar por primera vez cómo se desplazan las bacterias dentro de espacios muy reducidos. Descubrieron, por ejemplo, que algunas de ellas no se mueven mejor por tener más flagelos (las "colas" que usan para impulsarse) cuando están en porosidad alta. Este hallazgo podría abrir nuevas líneas de investigación para optimizar el diseño de biofertilizantes.

“Creíamos que los flagelos laterales eran una ventaja en suelos más compactos, pero vimos que no es así. Tal vez sirvan para otra función, como adherirse o desplazarse cuando hay poca humedad”, explicó Verónica Marconi, investigadora del Conicet en el Instituto de Física Enrique Gaviola (IFEG-UNC) y una de las autoras del estudio.

La herramienta también permite ver en tiempo real el movimiento de estas bacterias mediante un software desarrollado especialmente en Córdoba: el biotracker. Hasta ahora, los estudios sobre movilidad bacteriana se hacían en tubos de ensayo, con resultados poco precisos. Este nuevo enfoque permite recrear condiciones mucho más similares a las del suelo real.

La investigación, que combinó física, biología, agronomía e ingeniería, también abre la puerta a diseñar mejores estrategias de aplicación de los inoculantes en el campo. Según Aníbal Lodeiro, investigador de la UNLP y otro de los autores del trabajo, aplicar las bacterias directamente en el surco de siembra (y no en las semillas) mejora su capacidad para llegar a las raíces, aunque todavía falta desarrollar una tecnología que permita hacerlo de forma rentable.

La idea nació durante un viaje académico de Marconi a Chile,  donde vio un aparato que simulaba el comportamiento de fluidos en espacios muy pequeños (microfluídica) y le recordó a cómo es la estructura del suelo. Esa idea fue el punto de partida. Luego, tras diez años de trabajo, esa inspiración se convirtió en un dispositivo real que podría ayudar a mejorar la agricultura de manera más ecológica y eficiente en el futuro.

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