
El cultivo de girasol vuelve a ganar protagonismo en la Argentina impulsado por buenas oportunidades comerciales, condiciones climáticas favorables y una industria que mantiene alta demanda. En la campaña 2024/25 se sembraron 2,2 millones de hectáreas, y las proyecciones para el nuevo ciclo 2025/26 apuntan a un incremento hasta 2,5 millones de hectáreas, lo que marcaría un récord en casi dos décadas.
Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) y estimaciones del sector, ya se implantó cerca de un tercio de la superficie prevista, con condiciones hídricas óptimas en la mayor parte de las regiones girasoleras. La excepción la representan el sur bonaerense y La Pampa, donde los excesos de humedad podrían demorar la entrada de las sembradoras. Sin embargo, en el mediano plazo, esa reserva de agua podría transformarse en una ventaja productiva.
De concretarse las proyecciones, la producción nacional de girasol podría alcanzar las 5,11 millones de toneladas, el nivel más alto en 26 años. Esto llevaría la oferta total a 6,13 millones de toneladas, unas 600.000 toneladas más que el ciclo previo y un 30% por encima del promedio de los últimos cinco años.

En el plano comercial, el ritmo de ventas de la campaña 2024/25 muestra un desempeño sobresaliente, con 3,6 millones de toneladas pactadas, el nivel más alto desde 2007/08 para igual momento del año. Hasta ahora se comercializó el 77% de la producción estimada, superando en 14,4 puntos porcentuales al registro del año pasado y en 7,6 puntos al promedio de los últimos cinco años.
Aunque la mayor parte de los negocios suele concentrarse hasta mayo, este año el mercado mantuvo dinamismo hasta agosto, impulsado por precios firmes y por la activa demanda de la industria aceitera. Buena parte de los contratos cuenta con precio cerrado, reflejando la confianza del mercado en los valores actuales.
Respecto de la nueva campaña 2025/26, ya se negociaron 567.900 toneladas, de las cuales 460.100 tienen precio firme, el volumen más alto a esta altura del año desde 2006.

La molienda también muestra un desempeño récord. Entre enero y agosto, la industria procesó 3,18 millones de toneladas, el mayor volumen en 25 años. Solo en agosto se industrializaron 461.991 toneladas, un registro no visto desde 1997. Aunque se espera una baja estacional en los próximos meses, los stocks holgados permitirán sostener un buen nivel de actividad.
Con un escenario de mayor producción, demanda sostenida y capacidad industrial en expansión, las expectativas para el próximo año son optimistas. El sector prevé que durante 2026 se utilice más capacidad instalada para procesar girasol, lo que podría llevar a un nuevo máximo histórico en molienda y fortalecer la oferta argentina de aceite y harina en los mercados globales.

La expansión del girasol comenzó a fines del siglo XIX con la llegada de inmigrantes europeos que introdujeron variedades provenientes de Rusia. Sin embargo, el salto decisivo ocurrió con el lanzamiento de los primeros híbridos en la década de 1970, que marcaron un sostenido progreso genético en rendimiento y contenido de aceite.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Bioeconomía, el rinde promedio nacional pasó de 775 kg/ha en los años 70 a más de 2.000 kg/ha en la última década, lo que representa un aumento del 166%. Además, el girasol se destaca por su estabilidad productiva, un atributo clave que contribuye a consolidar una cadena de valor robusta y sostenible en el tiempo.
En paralelo, el contenido de materia grasa del grano también mejoró de forma significativa en los últimos 16 años, de acuerdo con registros de la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario.
