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Cormillot en AAPRESID: "La sal es más peligrosa para los humanos que el glifosato"

Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados”. Con esa frase de Mark Twain, el médico especialista en nutrición, Adrián Cormillot, cerró su disertación en el marco del 26º Congreso Anual de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). Fue...

Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados”. Con esa frase de Mark Twain, el médico especialista en nutrición, Adrián Cormillot, cerró su disertación en el marco del 26º Congreso Anual de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid).

Fue un resumen perfecto de toda su charla, que apuntó a desmitificar los mitos y falsas creencias que existen en torno a los alimentos genéticamente modificados y al uso de agroquímicos a la hora de producirlos.

"El problema es que en Argentina hay muchos “infoxicadores”; es decir, informadores que, malintencionadamente, vierten información no veraz y que es “tóxica” para la gente"

Un ejemplo de esta “infoxicación” es cuando se contraponen los alimentos producidos de manera convencional con los “orgánicos”. “No existen los alimentos inorgánicos: todo organismo vegetal o animal es orgánico. Lo que puede ser diferente es el modo en que se producen”, aclaró.

Glifosato

Pero su párrafo más enfático fue cuando recordó que “todas las asociaciones mundiales (ambientales y de salud) dicen que el glifosato no hace mal a los humanos”.

Y en ese sentido, mostró un estudio científico que señala que el sodio es más peligroso. “Echarle sal a la comida es más peligroso que el glifosato”, indicó Cormillot.

El médico insistió en que hay mucha animosidad por parte de algunos sectores que incluso difunden informaciones que no se condicen con lo que realmente mencionan los estudios científicos sobre los que se basan.

Citó como ejemplo notas que titulaban que en Harvard habían quitado los lácteos de las dietas, cuando en realidad lo que había hecho esa Universidad era sugerir un consumo más bajo de esos alimentos.

“El problema es que hay mucha tecnología difícil de concebir, y cuando la gente no entiende, es propensa a creer cuestiones falsas. Hay que priorizar la información con respaldo científico y argumentaciones basadas en evidencias reales”, sintetizó.