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Humedales: ¿producción o medio ambiente?

En el marco de la discusión por la Ley de Humedales, el INTA apunta a alcanzar un balance entre producción y conservación en estos ecosistemas que se estiman que abarcan más de 30 millones de hectáreas del país.

Los humedales son ecosistemas muy valiosos, tanto desde lo productivo, como desde lo socioambiental, dado su rol en la provisión de servicios ecosistémicos y biodiversidad. Son altamente diversos y dentro de esta diversidad se incluyen desde bañados y esteros, vegas y mallines y turberas hasta bosques fluviales, zonas costeras de estuarios y marinas, entre otros.

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En el marco de un tema candente que desafía a la sociedad en una discusión legislativa, alcanzar un balance entre producción y conservación en estos ecosistemas que se estiman que abarcan más de 30 millones de hectáreas del país, resulta primordial. El INTA ocupa un rol central en el aporte de conocimiento técnico y científico para una adecuada gestión del territorio.

En general, las sociedades se han desarrollado a la vera de estos ecosistemas, dado que son grandes provisores de agua, alimentos, fibras, madera, etc. En la gran mayoría de los humedales del país se encuentran sistemas productivos agropecuarios y/o forestales que utilizan los servicios ecosistémicos de regulación y soporte de estos ecosistemas, para generar bienes para la sociedad (servicios de aprovisionamiento de alimentos, fibras, etc.). También en ellos podemos encontrar un valioso aporte de servicios ecosistemicos culturales, vinculados a nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza.

La Ley de Presupuestos Mínimos para la Conservación, Protección, y Uso Racional y Sostenible de los Humedales legislará sobre más de 30 millones de hectáreas del territorio nacional, 7 cadenas agroalimentarias e industriales nacionales -carne, leche, forestal, frutícola, hortícola, granos y lana-, más de 10 economías regionales y numerosos sistemas productivos.

En la nueva cartera nacional de proyectos, el INTA asigna a estos socio-ecosistemas un lugar clave para su estudio, con el objetivo de conocer su distribución, describir sus propiedades biofísicas y culturales, cuantificar usos productivos y promover la adopción de buenas prácticas para una producción eficiente y sostenible.

“El gran desafío para el INTA está en generar conocimiento que contribuya a maximizar las oportunidades productivas de alimentos y bienes en estos ambientes, a partir de reducir al mínimo posible los impactos ambientales negativos”, afirmó María Fabiana Navarro, investigadora del Instituto de Suelos y coordinadora del Proyecto Humedales del organismo.

De acuerdo con Navarro, “debemos alcanzar un balance entre la producción y la conservación en estos ecosistemas, promoviendo como instrumento para su alcance y seguimiento el uso de Buenas Prácticas Productivas en Humedales (BPH)”. Para ello resulta importante promover y apoyar las actividades productivas tradicionales e innovadoras. “No hay producción sin conservación, ni seguridad alimentaria sin producción”, puntualizó.

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Los humedales son ecosistemas muy valiosos, tanto desde lo productivo, como desde lo socioambiental, dado su rol en la provisión de servicios ecosistémicos y biodiversidad.

El objetivo del INTA es contribuir a la sostenibilidad de los humedales de la Argentina vinculados a la producción agropecuaria y forestal, a través de Guías de Buenas Prácticas que permitan compatibilizar la producción con la conservación de los recursos naturales, los servicios ecosistémicos y la biodiversidad.

Como organismo científico-técnico, el INTA ha incorporado hace más de 15 años el concepto de “enfoque territorial” en sus líneas de investigación, como un abordaje a la gestión de tensiones en el territorio, por el uso de los recursos naturales, sociales y económicos.

Siguiendo ese punto, “una gestión del territorio basada en el concepto de gestión por ecosistemas -bosques, humedales, glaciares, etc.-, fragmenta el territorio en sus componentes, desconociendo la variabilidad natural y cultural y las interacciones con el entorno”, dijo Navarro y agregó: “es importante un enfoque que integre el territorio y no que lo fragmente, es decir, un ordenamiento integral”.

En ese marco, las BPH resultan una importante herramienta para mejorar la calidad de vida de los productores, hacer más eficiente la producción y proteger a los consumidores y al medio ambiente. Tanto en el ámbito nacional como en el internacional, cada vez se exige más la aplicación de normas de calidad y de protocolos.

“Las limitaciones en las actividades productivas pueden afectar no solo a miles de productores, sino también a los demás eslabones de cadena de valor, como la industria y los servicios”, aseveró Navarro.

Explicó que muchos productores agropecuarios familiares están extendidos en los humedales y dependen de los servicios ambientales para desarrollar sus actividades: “sus saberes y experiencias le han permitido superar diversas limitaciones, aprovechar bienes y servicios y crear valor agregado como miel con certificación de origen, producción de madera de calidad, turismo ecológico, entre muchas otras”.

Para finalizar, Navarro indicó que “la institución puede aportar conceptos y enfoques en el uso racional y sostenible de los humedales para las producciones agropecuarias y forestales establecidos en los manuales de RAMSAR, contribuir a un inventario nacional y al desarrollo de BPH en estos ecosistemas”.

Son altamente diversos y dentro de esta diversidad se incluyen desde bañados y esteros, vegas y mallines y turberas hasta bosques fluviales, zonas costeras de estuarios y marinas, entre otros.

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Humedales, ¿ecosistemas en tensión?

Con el objetivo abordar el debate en torno a los temas desafiantes para el sector productivo, el INTA organizó un webinario que contó con las disertaciones de Antonio Brailovsky –profesor de la UBA, especializado en historia ambiental argentina-, Juan José Neiff –investigador principal de CONICET, ex director del Centro de Ecología Aplicada del Litoral-, y José Volante –Coordinador del Programa Nacional de Recursos Naturales y Gestión Ambiental del INTA-.

Brailovsky afirmó que “el INTA está marcando una manera de discutir los problemas, que es lo que necesitamos en la Argentina”. En su disertación abordó la problemática de la urbanización de humedales y los definió como “un sistema complejo que no desaparece, sino que siguen activos (dormidos) a pesar de las urbanizaciones”. Hizo hincapié en que las inundaciones urbanas son un proceso social que se constituye alterando el ciclo del agua. Y aseveró: “Hay una cuestión de desconocimiento del ciclo del agua. No puede haber urbanización sin conocerlo”. En ese sentido, sostuvo que las inundaciones pueden haberse evitado con una buena gestión del territorio.

El especialista explicó las distintas oleadas de urbanización de humedales: La tercera fue a fines del siglo XX, principios del XXI, cuando se construyen urbanizaciones cerradas en la cuenca del río Luján. “Esto alteró toda la dinámica hídrica de la zona, poniendo en riesgo de inundación otros asentamientos, y el cierre de la desembocadura del río por el avance de los clubes naúticos fue una decisión muy irresponsable”, aseveró. En ese sentido, indicó que “hace falta mayor educación ambiental en la formación universitaria y una mirada en conjunto del sector político y científico”.

A continuación, Neiff recalcó que “los humedales están pasando por una situación de sequía extraordinaria desde hace años, con situación de bajante de agua en toda la Cuenca del Plata”. Explicó que las sequías son fenómenos acumulativos que pueden duran de 4 o 10 años. “Estamos viviendo una configuración climática compleja para la vegetación y la fauna, que han entrado en situación de estrés”.

Aclaró, qué si bien se han secado muchas lagunas, bañados, esteros, cursos de agua, vertientes, sostuvo que, decir que se han perdido humedales “es una falacia” y reafirmó: “la producción no es enemiga de la conservación. Son dos caras de una misma moneda”.

En la gran mayoría de los humedales del país se encuentran sistemas productivos agropecuarios y/o forestales que utilizan los servicios ecosistémicos de regulación y soporte de estos ecosistemas.

Por último, Volante reflexionó acerca de cuál es la percepción que tiene la sociedad sobre el problema de los humedales. En ese sentido, llamó a cambiar la perspectiva de entender que “no deberíamos hablar de ecosistemas, sino de “socioecosistemas”, donde está involucrada la producción agropecuaria, actores sociales que hacen uso de ese territorio y donde existen intereses y tensiones por el uso de los recursos naturales”.

De acuerdo con Volante, “hablar de humedales es hablar de una gran diversidad de sistemas con dinámicas y culturas diferentes. Habría que reflexionar si en el debate público, no estamos nacionalizando una problemática del Delta del Paraná (una mirada rioplatense del problema); y si estamos teniendo en cuenta todos los sistemas socioecológicos implicados en la definición de de humedales”. Recalcó, que el INTA está trabajando sobre diversos proyectos que abarcan estos sistemas con una perspectiva territorial, involucrando a todos los actores y al complejo ecosistémico asociado.

“La solución de problemas tiene que estar enfocada sobre sistemas”, puntualizó Volante e hizo hincapié en tener un enfoque amplio, a nivel de cuenca, donde se involucren los distintos ecosistemas para poder hacer un correcto diagnóstico, teniendo en cuenta la dinámica espacial y temporal. “Hay una brecha entre la información disponible y la utilizada para la toma de decisiones”, explicó.

El INTA está trabajando en poner a disposición Sistemas de Soporte para la Toma de Decisiones, brindando información sobre distintos territorios, y de los humedales en particular, a través de un mapeo sobre la diversidad de estos socioecosistemas. “Hay que resolver los conflictos entre medio ambiente y producción”, concluyó Volante.

Fuente: INTA Informa

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