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La importacion de carne porcina fué record en septiembre

Las importaciones de carne porcina marcaron en septiembre un nuevo récord absoluto superando todos los valores registrados para un mes en el presente año, siempre según los datos oficiales de INDEC. Las compras de carne porcina del exterior alcanzaron los 2,86 millones de kilos, y superaron en un...

Las importaciones de carne porcina marcaron en septiembre un nuevo récord absoluto superando todos los valores registrados para un mes en el presente año, siempre según los datos oficiales de INDEC. Las compras de carne porcina del exterior alcanzaron los 2,86 millones de kilos, y superaron en un 262% a las importaciones realizadas el mismo mes del año pasado. 
 
El pico máximo de importaciones se produjo, además, pocas semanas después de que el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile se comprometiera a tomar medidas al respecto. En concreto, en julio pasado el ministro había declarado, en relación a los problemas vinculados a las importaciones de carne porcina, que la Argentina y Brasil estaban en tratativas buscando "cerrar convenios entre privados para limitar la importación de cortes frescos de carne de cerdo, lo vamos a hacer en las próximas semanas…” También indicó que “analizamos la posibilidad de subir aranceles para el jamón de Dinamarca y España". Pese a las declaraciones del ministro, las importaciones de carne de cerdo se incrementaron luego en agosto, y alcanzaron un nuevo récord absoluto en septiembre.
 
Los problemas del sector porcino se remontan a las primeras medidas tomadas por el gobierno de Macri, que actuaron en forma directa contra la rentabilidad del sector. La quita de derechos de exportación al maíz, la reducción para el caso de la soja y la devaluación generaron un fuertísimo aumento de los insumos de la producción porcina. Ese aumento de costos no pudo ser trasladado a precios, por el impacto sobre la demanda, por lo cual incidió de manera directa en la rentabilidad de la producción. 
 
La caída de la rentabilidad del sector provocó un conjunto de críticas y protestas de los productores, esencialmente pequeños y medianos ya desde las primeras semanas del actual gobierno. Por eso en abril de este año, el presidente de la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP) Juan Uccelli ya había pedido que “se arbitren las medidas necesarias para frenar un ingreso” que afecta a la producción nacional. En una carta abierta dirigida al presidente Macri advirtió que la situación del sector llevó a que "las inversiones en el sector se han parado y condicionan el crecimiento del próximo año". 
 
Las importaciones de carne porcina en marzo, cuando encendieron los fuertes reclamos, habían alcanzado los 2,3 millones de kilos. En septiembre, las mismas treparon hasta los 2,9 millones de kilos. Pese a los dichos del ministro Buryaile, las importaciones provienen esencialmente de Brasil, y prácticamente todo el resto de Dinamarca. 
 
Este último caso es sumamente paradigmático: las exportaciones argentinas de maíz están alcanzando valores altos en comparación con años anteriores, y el destino Europa no es la excepción. Ese maíz, junto a la soja, es utilizado para alimentar a los animales, que luego exportan a nuestro país. Algunos especialistas comparan esta situación con la que se daba cuando Argentina exportaba grandes volúmenes de lana sucia como uno de sus principales productos de exportación, para después importar las prendas tejidas con esa lana. 
 
En cuanto a los productores porcinos, el sector viene atravesando una situación muy particular. Por un lado, las fuertes inversiones que se dieron en el sector hasta fines del año pasado están dando por resultado una mayor producción en el 2016. Por el otro, el alza de los insumos en relación al precio del producto hizo caer abruptamente la rentabilidad, afectando fuertemente a los pequeños y medianos productores. El fuerte nivel de importaciones actúa agravando esta situación, planchando el precio local que se le paga al productor. En este contexto, las inversiones en el sector están frenadas, y las perspectivas de producción para el año que viene no son optimistas.

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