
En pleno corazón productivo del país, el clima vuelve a ser protagonista. Con un invierno que se presenta más crudo de lo previsto, los productores de la zona núcleo —que abarca el sur de Santa Fe, el norte de Buenos Aires y el sudeste cordobés— comienzan a mirar con preocupación el termómetro y, sobre todo, los perfiles de humedad de sus suelos.
Clima: un invierno más severo de lo normal
Según los últimos informes del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y de consultoras privadas del agro, las temperaturas mínimas han estado por debajo de los promedios históricos en varios puntos estratégicos del núcleo agrícola. Las heladas, algunas de ellas tempranas e intensas, afectaron pasturas, lotes con cultivos de cobertura y pusieron en alerta a quienes planifican la siembra fina y preparan el terreno para la campaña gruesa.
Este escenario se enmarca en un contexto de variabilidad climática que, lejos de estabilizarse tras el paso de “El Niño”, mantiene a la producción en vilo. Si bien se esperaban condiciones más benévolas tras la salida de la sequía prolongada que azotó al país entre 2022 y 2023, el frío sostenido y algunas lluvias erráticas obligan a recalibrar estrategias.

Humedad en el suelo: una foto mixta
Respecto a la humedad del perfil, la situación varía significativamente según la zona y el manejo de los lotes. En sectores con buenas lluvias otoñales, la recarga hídrica permitió conservar niveles aceptables, aunque las temperaturas más bajas y la escasa evaporación podrían frenar procesos de mineralización y afectar la dinámica del nitrógeno, un dato clave de cara a la fertilización.
En cambio, en otras áreas —especialmente en suelos con texturas más livianas o en lotes que quedaron descubiertos tras la cosecha de soja— los análisis muestran una humedad superficial limitada. Esto condiciona las labores de preparación y plantea interrogantes sobre la siembra de trigo, cebada y legumbres de invierno.
Mirada técnica y decisiones agronómicas
Los técnicos recomiendan hacer un monitoreo constante del estado hídrico y ajustar el calendario según la evolución climática. “Estamos en una etapa donde el diagnóstico por ambiente es fundamental. No es lo mismo una loma que un bajo. Hay que trabajar lote por lote”, señala Juan Pablo Vélez, ingeniero agrónomo del INTA Marcos Juárez.
Además, advierte que “el frío sostenido puede demorar la descomposición de los rastrojos y afectar la disponibilidad de nutrientes, por lo que conviene no apurarse con las aplicaciones y esperar condiciones más favorables”.
Clima y expectativas a mediano plazo
De cara a los próximos meses, el panorama sigue siendo incierto. Algunos modelos climáticos anticipan un leve repunte de las temperaturas hacia fines de agosto, pero las lluvias seguirían siendo escasas y desparejas. En este contexto, la preparación para la campaña 2025/26 exige más que nunca precisión, adaptabilidad y planificación.