
Aunque la recolección de soja avanza a buen ritmo, con un progreso semanal de alrededor de 12 puntos porcentuales, la demora acumulada es preocupante. Hasta ahora se cosechó apenas el 25% del área sembrada, cuando lo habitual para esta época del año es estar cerca del 50%. A esta situación se suman pronósticos de lluvias para los próximos días, que podrían profundizar los retrasos y afectar tanto el rendimiento como la calidad del grano.
“La venta de soja viene muy lenta, lo que genera problemas logísticos y una creciente necesidad de financiamiento. Muchos productores se ven obligados a vender en un contexto de precios en baja", explicó Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.
Según Romano, los compromisos de entrega alcanzan apenas el 24% de la cosecha estimada, frente a un promedio histórico del 31% para esta altura del año.
“Es el ritmo más bajo de los últimos 11 años. Si analizamos sólo las ventas con precio fijado, el volumen representa apenas el 11% de la producción, cuando el promedio ronda el 16%”, detalló. Las causas, indicó, responden a la incertidumbre productiva, la lentitud de la cosecha y el contexto macroeconómico, especialmente por las dudas en torno al tipo de cambio y los derechos de exportación.
Aun con este panorama, en la semana cerrada al 23 de abril se comercializaron 670.000 toneladas de soja, en línea con los promedios históricos para la fecha.
En cuanto al maíz, la actividad se encuentra en una pausa estacional entre la cosecha temprana y la tardía. “Como venimos recomendando, es conveniente priorizar la venta de maíz, que hasta hace poco ofrecía precios atractivos. Sin embargo, en la última semana el valor cayó 10 dólares por tonelada. Aun así, si se dispone de ambos cultivos, sigue siendo más favorable vender maíz y esperar por la soja, más presionada por la cosecha”, señaló Romano. Y advirtió: “El único riesgo es que, hacia el 30 de junio, puedan volver a subir los derechos de exportación”.
En el plano internacional, las condiciones tampoco ayudan. En Estados Unidos, las siembras de maíz y soja avanzan con clima favorable, y las recientes lluvias mejoraron la condición del trigo, lo que ejerce presión bajista sobre los precios. A su vez, la cosecha en Brasil y Argentina también suma presión vendedora en los mercados.
Como dato adicional, Romano destacó dos factores globales preocupantes: la economía de Estados Unidos se contrajo un 0,3% en el primer trimestre, y China redujo del 13% al 10% el uso de harina de soja en la alimentación porcina, acumulando stocks sin disminuir sus importaciones. “Estos movimientos muestran que la guerra comercial sigue teniendo impacto, y podrían continuar afectando negativamente a los precios”, concluyó.