Son varios los reservorios de agua que, tras la extensa sequía de tres años, se perdieron en la Provincia de Buenos Aires. Uno, es la gran Laguna de Gómez, emplazada en Junín. Respecto de La Picasa , Melincué y las Encadenadas de Alsina, meca del pejerrey, las bajantes fueron pronunciadas y la fauna, los peces, buscan otro lugar para sobrevivir.
En cuanto a la Laguna de Gómez, de Chascomús y Bragado, los pejerreyes aparecieron sin oxígeno en sus orillas.
¿El Milagro?
El pastor Christian Petrecca, hermano del intendente de Junín, protagonizó un video publicado por la Catedral de la Esperanza, donde da a entender que hubo un milagro en la Laguna de Gómez, luego de que apareciera un espejo de agua tras las intensas lluvias que cayeron en todo el partido días atrás. "Ahora faltan los peces", grita el pastor, mientras camina por la Laguna.
Petrecca está acompañado en el video por el concejal Mariano Spadano y otra persona más. El video se viralizó rápidamente en Junín, y entre los comentarios de la nota algunos usuarios dejan trascender que más que un milagro el agua que llegó es gracias a las lluvias y a un terraplén que se habría tirado abajo y estaba reteniendo el paso del agua.
Más allá del mensaje religioso publicado por el pastor, el veredicto se sabrá en los próximos días.
Por otra parte, y para tenerlo en cuenta:
Claro que no sólo los aspectos geográfico y climático son la causa de un problema que proviene, por lo menos, de hace un siglo atrás. El naturalista Florentino Ameghino, en su “Tratado sobre secas e inundaciones en la provincia de Buenos Aires: Obras de retención y no de desagüe”, ya recomendaba en 1884 no sólo canalizar, sino también realizar reservorios de agua para prevenir problemas que surgen durante la sequía.
Para Roberto Michelena, investigador asociado del Instituto de Suelos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), otros factores que influyen en las inundaciones son la deforestación de las áreas verdes, “que aumentaron el escurrimiento del agua y disminuyeron la absorción de los suelos”; la monocultura de soja, “que aporta escaso rastrojo y deja el suelo al desnudo con menos probabilidad de infiltración”, y los canales ilegales. “Obra de los productores que se ubican en la parte media o media baja de la cuenca y que los hacen para derivar el agua a las zonas más planas perjudicando a la población local” ubicadas aguas abajo, explicó el ingeniero agrónomo.