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La dieta argentina cambia: Más consumo, menos inversión y desafíos pendientes para la “vaca viva”

La ganadería argentina se enfrenta a una paradoja: más demanda interna y externa, pero sin crecimiento en la producción. ¿Qué frena al campo para invertir?

Argentina, históricamente conocida por su amor a la carne vacuna, está experimentando una notable transformación en sus hábitos de consumo. Si bien la ingesta total de "carne" (incluyendo pollo, cerdo y pescado) ha alcanzado uno de sus niveles más altos, superando los 125 kilos por habitante al año, la composición de esa dieta ha cambiado drásticamente en las últimas décadas.

Un vistazo al pasado y la revolución de las carnes blancas

Hace no mucho tiempo, la demanda interna de carne vacuna era tan dominante que absorbía más del 80% de la producción, con un consumo que llegó a rozar los 90 kilos por persona al año. En contraste, el pollo y el cerdo apenas superaban los 6-7 kilos y 3-4 kilos, respectivamente.

Sin embargo, desde los años 90, con el auge de la producción avícola, el mercado local ha virado. Hoy, el consumo de pollo ha igualado e incluso superado al de carne vacuna, situándose ambos en torno a los 47-48 kilos per cápita. Además, en la última década, el cerdo ha irrumpido con fuerza, acercándose a los 18-20 kilos anuales. Esta evolución de la dieta aún no termina, y se espera que otras carnes, como el cordero (actualmente en un modesto medio kilo por habitante), también ganen terreno.

Obstáculos para el crecimiento del sector cárnico

A pesar del optimismo por la creciente demanda mundial de proteína animal, el sector cárnico argentino enfrenta serios desafíos. Representantes de la "Mesa de Carnes" señalan la falta de continuidad en las políticas locales como un obstáculo clave para las grandes inversiones a mediano y largo plazo que requieren la producción porcina, avícola y vacuna.

Alberto Lowenstein, vicepresidente de UNICA, lamentó el estancamiento del rodeo vacuno, que, con 51 millones de cabezas en 1978 para 25 millones de habitantes, sigue siendo el mismo para 46 millones de personas hoy. Esta situación, que se replica y agrava en el sector ovino, se traduce en una falta de oferta que limita la participación de Argentina en el mercado internacional, a pesar de la firme demanda. Miguel Jairala, analista del ABC, advirtió que la industria frigorífica local está operando con capacidad ociosa y altos costos, pagando un 35% más que las plantas brasileñas por los animales para faena. Sebastián Bendayan de CAFRISA, por su parte, indicó que la industria de consumo doméstico tiene un 30% de capacidad ociosa, con carne a precios bajos pero sin poder adquisitivo.

La producción avícola: madurez y desafíos compartidos

El sector avícola, aunque en una posición relativamente mejor, no escapa a los problemas. Carlos Sinesi, del CEPA, destacó el crecimiento post Gripe Aviar, alcanzando los 2.5 millones de toneladas anuales y expandiendo sus destinos de exportación. Sin embargo, este crecimiento en las exportaciones se debe, en gran parte, a la caída del consumo doméstico de carnes rojas, que liberó volumen, no a un aumento de la producción o la productividad. El sector avícola requiere importantes inversiones, como 500 millones de dólares para renovar galpones, pero se topa con la falta de financiación y las altas tasas de interés.

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El cerdo en ascenso: Potencial y barreras comerciales

El sector porcino, con un consumo de 18 kilos per cápita, también muestra potencial de crecimiento. Daniel Fenoglio, de la Federación Porcina, ve posible que Argentina alcance las 800.000 toneladas exportadas, aunque persisten desafíos como la entrada de carne brasileña con promotores de crecimiento no autorizados en Argentina.

La clave: Confianza y condiciones para invertir

Dardo Chiesa, coordinador de la Mesa de Carnes, resumió el sentir general: "Para hacer mayores inversiones, se necesita más confianza". La falta de señales claras por parte del Gobierno, las diferencias en los estatus sanitarios, las desigualdades fiscales entre municipios y las irregularidades en la cadena (competencia desleal, falta de control) son factores que desincentivan la producción y la inversión.

En definitiva, si bien el consumo de carne en Argentina se mantiene alto, su composición ha cambiado. El desafío ahora radica en crear las condiciones necesarias para que los productores puedan crecer, invertir y aprovechar el potencial del sector en un mercado global demandante, superando las barreras históricas y actuales que limitan su desarrollo.