Agricultura

Intentan aumentar el rinde del maíz sin usar más insumos

Investigadores de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) buscan caracterizar los cambios fisiológicos asociados a la variación altitudinal en el cultivo de maíz, para contribuir al diseño de estrategias de manejo específicas según la altura. El estudio nace ya que en gran parte del noroeste argentino la...

Investigadores de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) buscan caracterizar los cambios fisiológicos asociados a la variación altitudinal en el cultivo de maíz, para contribuir al diseño de estrategias de manejo específicas según la altura.

El estudio nace ya que en gran parte del noroeste argentino la producción agrícola es realizada por productores familiares en ambientes de gran altitud, de hasta 3.500 msnm. Allí se cultiva principalmente maíz, papa, poroto, habas y quinoa, siendo el maíz el más sensible a las bajas temperaturas asociadas al aumento de la altitud.

Según indican, "estos sistemas productivos presentan una gran riqueza cultural tanto en lo que hace a las prácticas agrícolas como a los usos de los productos cosechados" y, además, "funcionan como importantes reservorios de diversidad genética debido a las características tan particulares de esos ambientes, determinando la supervivencia variedades únicas, combinado con las prácticas tradicionales de reproducción de semillas nativas".

El rinde de maíz en estos ambientes se ve limitado por las condiciones propias de los sitios andinos, pero también por la falta de información científica necesaria para apuntalar las estrategias de manejo tradicionales.

En maíz la densidad de siembra es una variable de manejo clave, sin embargo estos estudios no se habían realizado para los ambientes andinos.

Mariana Antonietta, científica del equipo, explicó que el estudio les permitió saber que "al incrementar la densidad de siembra en maíz, aumenta la intercepción de luz y con ello se mejoran los rendimientos, aún más cuanto mayor es la altitud", y dijo que esto "no suele ser lo esperable ya que en general la mayor densidad de siembra en el maíz se asocia con ambientes de mayor potencial de rendimiento".

En cuanto a los ensayos experimentales, se realizaron en sitios a 2.300 y 3.300 msnm, y los muestreos en lotes productivos permitieron conocer cómo el aumento de la densidad de siembra mejora el desarrollo del área foliar, la intercepción de luz y el número de granos por unidad de superficie, obteniendo mejores rendimientos, aunque con granos más pequeños.

"Al incrementar la densidad de siembra en maíz, aumenta la intercepción de luz y con ello se mejoran los rendimientos, aún más cuanto mayor es la altitud. Ello no suele ser lo esperable ya que en general la mayor densidad de siembra en el maíz se asocia con ambientes de mayor potencial de rendimiento".

Gracias a encuestas realizadas a productores distribidos a lo largo de un gradiente altitudinal (2.000-3.900 msnm) bajo el proyecto PR-154 del Fondo de Distribución de Beneficios del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se encontraron diferencias entre productores ubicados por encima y por debajo de la línea de los 2.500 msnm.

Los productores situados a mayor altitud reportan más frecuentemente escasez de agua para mantener el cultivo y riegan en mayor proporción con agua de deshielo, cuya abundancia se reduce con el avance del calentamiento global.

Por otro lado, resaltan el menor excedente en la producción, lo que dificulta sus posibilidades de comercialización y mayor necesidad de recurrir a la compra de insumos, reduciendo aún más el margen económico.

Al mismo tiempo, utilizan una mayor diversidad genética de híbridos de maíz que el grupo de productores ubicados por debajo de los 2.500 msnm.

Desde la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) concluyeron: "Estos resultados alertan sobre la necesidad de apuntalar estos sistemas productivos para evitar su retroceso definitivo".