El riesgo país es un indicador clave que mide la percepción de los inversores sobre la capacidad de una nación para cumplir con sus obligaciones financieras. Se expresa en puntos básicos y refleja cuánto más debe pagar un país en intereses sobre su deuda en comparación con bonos considerados libres de riesgo, como los del Tesoro de Estados Unidos. Un valor elevado indica mayor desconfianza y, por ende, mayores costos de financiamiento.
El 6 de enero de 2025, Argentina registró un riesgo país de 578 puntos básicos, el nivel más bajo desde agosto de 2018.
Este descenso se atribuye a varios factores que han mejorado la percepción de los inversores sobre la economía argentina.
Evolución histórica del riesgo país en Argentina
A lo largo de las últimas dos décadas, el riesgo país de Argentina ha experimentado fluctuaciones significativas, reflejando períodos de estabilidad e inestabilidad económica:
- 2002: Tras la crisis económica y el default de la deuda, el riesgo país alcanzó un máximo histórico de 7.222 puntos básicos en agosto de 2002, durante la presidencia de Eduardo Duhalde.
- 2007: Durante la gestión de Néstor Kirchner, el indicador descendió a un mínimo de 184 puntos básicos en enero de 2007, impulsado por una economía en crecimiento y altos precios de los commodities.
- 2018: En agosto de 2018, el riesgo país se ubicó en niveles similares a los actuales, alrededor de 600 puntos básicos, en un contexto de volatilidad financiera y necesidad de financiamiento externo.
- 2020-2023: Durante este período, el riesgo país fluctuó significativamente, alcanzando picos superiores a los 2.000 puntos básicos en momentos de incertidumbre económica y política.
Factores que contribuyeron a la reciente disminución del riesgo país
El descenso del riesgo país a 578 puntos básicos en enero de 2025 puede atribuirse a varios factores:
- Acuerdo REPO: La firma de un acuerdo de recompra (REPO) por 1.000 millones de dólares con cinco bancos internacionales ha fortalecido las reservas del Banco Central y mejorado la confianza en la capacidad de pago del país.
- Políticas económicas ortodoxas: La implementación de medidas de austeridad fiscal y control de la inflación por parte del gobierno del presidente Javier Milei ha generado expectativas positivas en los mercados financieros.
- Negociaciones con el FMI: Las conversaciones para un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un préstamo de 44.000 millones de dólares han sido bien recibidas por los inversores, anticipando un respaldo financiero adicional.
- Estabilidad cambiaria: La reducción de la brecha cambiaria y la estabilidad del peso argentino frente al dólar han contribuido a una percepción de menor riesgo.
Implicancias para la economía argentina
La disminución del riesgo país tiene varias repercusiones positivas para la economía nacional:
- Reducción de costos de financiamiento: Un menor riesgo país implica tasas de interés más bajas para la emisión de deuda soberana y corporativa en los mercados internacionales, facilitando el acceso a capital.
- Aumento de la inversión extranjera: La mejora en la percepción de riesgo puede atraer inversiones directas, estimulando el crecimiento económico y la creación de empleo.
- Fortalecimiento del mercado financiero local: La confianza en la economía se refleja en el alza de los precios de los bonos y acciones argentinas, como lo demuestra el índice S&P Merval, que ha alcanzado máximos históricos.
Desafíos y perspectivas futuras
A pesar de la mejora en el riesgo país, Argentina enfrenta desafíos significativos:
- Sostenibilidad de la deuda: Es esencial garantizar que el endeudamiento se mantenga en niveles manejables para evitar futuras crisis de deuda.
- Crecimiento económico inclusivo: Las políticas económicas deben enfocarse en lograr un crecimiento que beneficie a toda la población, reduciendo la pobreza y la desigualdad.
- Estabilidad política: La continuidad de las políticas económicas y la estabilidad institucional son cruciales para mantener la confianza de los inversores.
En conclusión, la reducción del riesgo país a niveles no vistos desde 2018 es una señal alentadora para la economía argentina. Sin embargo, es fundamental abordar los desafíos pendientes para consolidar esta tendencia y asegurar un desarrollo económico sostenible en el largo plazo.