
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), durante el primer semestre de 2025 Argentina importó poco más de 8.000 toneladas de carne vacuna, por un valor de US$32,6 millones CIF (mercadería puesta en puerto de destino). La cifra no solo sorprende: representa un aumento del 1850% frente al mismo período de 2024, y marca el volumen más alto en varios años.
Para encontrar un antecedente similar hay que remontarse al primer semestre de 2019, en el final de la gestión de Mauricio Macri, cuando ingresaron 7.167 toneladas por US$18,5 millones. Durante la administración de Alberto Fernández, las compras externas de carne se mantuvieron en niveles marginales, limitadas por controles comerciales y cambiarios.
Un impacto más simbólico que real en el consumo
Pese al fuerte salto, las importaciones continúan siendo mínimas en relación al consumo interno. En los primeros seis meses del año, los argentinos consumieron alrededor de 1,146 millones de toneladas res con hueso (equivalentes a 1,092 millones de toneladas peso producto). Así, lo traído del exterior apenas representa 0,73% del total.
Los principales proveedores fueron Brasil, Paraguay y Uruguay, con operaciones puntuales, muchas en zonas fronterizas o de la mano de empresas con fuerte presencia regional. Entre ellas destaca Minerva Foods, controladora en Argentina del frigorífico Swift, que entre enero y julio importó 6.200 toneladas sin hueso para hamburguesas y supermercados bajo sus propias marcas.
Desde el sector privado relativizan el fenómeno. “Argentina siempre importó carne, aunque en volúmenes pequeños”, señalan empresarios, que atribuyen el cambio de este año a la habilitación de nuevos orígenes y a ventajas de costo o disponibilidad estacional. Incluso, remarcan que el ingreso de cortes de menor valor puede liberar cortes premium para exportar, una estrategia común en países como Estados Unidos.
En esa línea, Fernando Canosa, de Conocimiento Ganadero, sostuvo:
“Tenemos que sacarnos de la cabeza que es malo que se importe carne de menor valor. Si se exporta a mayor valor e importa a menor valor, el resultado es beneficioso porque todos los argentinos ganamos”.

Señales económicas y efecto del tipo de cambio
Para algunos analistas, más que el volumen físico, lo relevante es el mensaje económico: un salto tan fuerte en las compras externas sugiere que el tipo de cambio no refleja la competitividad real. Un dólar relativamente barato habría facilitado la entrada de productos importados en detrimento de la producción local.
Sin embargo, desde julio se percibe una desaceleración en las importaciones de carne, tendencia que se profundizó en agosto tras la devaluación del peso. Aunque el tipo de cambio sigue contenido por intervenciones oficiales, el ajuste ya encareció las compras externas, frenando especialmente las que dependen de precios competitivos.
En paralelo, datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), citados por Bloomberg, muestran un volumen incluso mayor que el registrado por INDEC: más de 10.000 toneladas entre enero y junio, similar a los niveles de 2019. Las diferencias podrían responder a metodologías distintas o a variaciones en la fecha de registro.
Consumo interno de carne en alza y un sector exportador sólido
A contramano de lo que podría suponerse, el consumo local de carne vacuna crece. La Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA) informó que en el primer semestre de 2025 fue 11,8% superior al mismo período de 2024. En junio, el consumo per cápita se ubicó en 50,1 kilos anuales por habitante (promedio móvil de 12 meses), un alza interanual del 5,2%.
Este aumento ocurre mientras Argentina consolida su perfil exportador: en 2024, las ventas externas del sector sumaron US$2.972,2 millones, un 8,6% más que en 2023, reforzando su rol como potencia mundial en carne vacuna.